Recomiendan hacerlos con dos o tres capas y un ajuste que permita que el aire ingrese siempre a través de la mascarilla para mejorar su eficacia.

Desde hace más diez meses el uso del barbijo casero es parte de la vida cotidiana, sin embargo su confección sigue generando dudas y por eso los especialistas recomiendan hacerlos con dos o tres capas y un ajuste que permita que el aire ingrese siempre a través de la mascarilla para mejorar su eficacia.

El debate en relación a la calidad de los barbijos (o mascarillas) se reavivó estas semanas a partir de que Austria y Alemania prohibieron el uso de barbijos caseros en espacios públicos y, en su defecto, indicaron el uso de quirúrgicos o FFP2 (similar al N95), en tanto que Francia emitió una recomendación en el mismo sentido.

«Si las mascarillas tipo FFP2/N95 son las mejores, ¿por qué no las usamos todos y dejamos de complicarnos la vida buscando alternativas?. La respuesta es sencilla: porque no hay mascarillas de ese tipo para todos. Ni las había en marzo, ni las hay ahora, ni las habrá en mucho tiempo», indicó la española María Tapia, doctora en Bioquímica y Biología Molecular y una de las investigadoras que siguió con atención el tema de barbijos.

Tapia señaló que «hay varias formas de mejorar la eficacia de una mascarilla de tela: con un tejido más tupido y con más capas» en tanto que alertó que «el ajuste es al menos tan importante como el material».

«Una mascarilla de tela bien diseñada debe tener una tela resistente al agua, múltiples capas (al menos dos o tres) y un buen ajuste facial. Es imprescindible incluir un material flexible para ajustarla al caballete de la nariz. También es importante que las puntadas y las costuras sean ajustadas y herméticas», brindó como primeros consejos en su página https://mariaitapia.medium.com/.

Recomiendan combinar materiales para darle mayor capacidad de filtración. Recomiendan combinar materiales para darle mayor capacidad de filtración.

Por su parte, las y los investigadores de Conicet que desarrollaron la tecnología de los barbijos Atomp-Protect (con componentes antivirales, fungicidas y antibacterianos) Roberto Candal, Silvia Goyanes, Griselda Polla y Ana María Llois explicaron a Télam que «desde el punto de vista de la filtración, depende del tipo de tela que se use para la fabricación de un barbijo; por ejemplo, las telas no tejidas de materiales como el polipropileno, generalmente tienen una mayor eficiencia de filtración que las telas tejidas».

Y continuaron: «Algunos autores sugieren combinar diferentes telas para mejorar la filtración. Por ejemplo, la combinación de telas sintéticas (idealmente no tejidas) o seda con telas de algodón mejora la capacidad filtrante pero la mejora dura hasta que se descarga la tela sintética o la seda, perdiendo el efecto electrostático».

Además añadieron que «más capas de la misma tela podrían mejorar la capacidad de filtración, pero por otro lado si se ponen muchas capas se hace difícil la respiración. Esto es importante porque un barbijo que afecta mucho la respiración resulta incómodo y el usuario se ve impulsado a acomodarlo con las manos o, directamente, se lo quita. Por eso los barbijos sociales deben cumplir con requisitos de respirabilidad».

En el mismo sentido, Tapia recordó que «si las mascarillas impiden directamente el paso del aire, éste se irá por arriba, abajo o los costados porque el aire siempre busca salir o ingresar donde encuentra menos resistencia por lo que puede ser contraproducente».

Los materiales
A la hora de describir materiales filtrantes, la investigadora española describió que recientemente se compararon 44 barbijos de distintos materiales: «Los mejores fueron los diseñados para filtrar aerosoles (mascarillas médicas y bolsas de aspiradora) y los textiles esponjosos, como, por ejemplo, la felpa, el vellón o forro polar, el fieltro, el algodón con el que se fabrican las vendas y el terciopelo. La muselina de algodón y la microfibra también eran aceptables», contó.

Para medir qué capacidad de filtro tiene un barbijo caseros, Tapia describió una técnica sencilla: llenar una botella con pulverizador con agua de la canilla, sostener el barbijo 8 a 10 centímetros de distancia de un espejo (sin que lo toque) y rociar una vez: «Si el espejo se humedece mucho, el tejido no es adecuado», indicó.

El ajuste

El ajuste, otra de las cuestiones importantes. El ajuste, otra de las cuestiones importantes.

En relación al ajuste, el aire sólo debería pasar a través del barbijo y para lograr eso se pueden utilizar diferentes accesorios como una banda de goma que permita la adherencia completa a la cara o la colocación de una media de nylon sobre el barbijo que por un lado añade una capa de un material electrostático y por el otro mejora la adherencia.

Los barbijos que no están recomendados son aquellos de materiales claramente porosos, como pueden ser los tejidos al crochet, o los que tienen válvulas porque permiten la salida de los aerosoles.

Las recomendaciones de la OMS
Según la Organización Mundial de la Salud, los barbijos caseros deben contener tres capas: una capa interna de material absorbente, como el algodón; una capa intermedia de material no absorbente y que no esté tejido, como el polipropileno, y una capa exterior de material no absorbente, como el poliéster o una mezcla que contenga poliéster.

Cualquiera sea la tela, Candal, Goyanes, Polla y Llois explicaron que «además de cubrir completamente la nariz y la boca los barbijos no debe tocarse ni acomodarse con las manos y si por algún motivo eso sucede (para acomodarlos o removerlo), inmediatamente hay que lavarse o aplicarse alcohol al 70% o alcohol en gel».

«En general el barbijo de tela conviene ser renovado cada cuatro horas y debe ser lavado luego de su uso», señalaron los investigadores argentinos, aunque en el caso de los diseñados por ellos, al tener propiedades autosanitizantes puede lavarse con menos frecuencia.

Si bien al comienzo de la pandemia se pensaba que los barbijos caseros sólo se utilizaban para que el usuario no propague sus gotas o aerosoles, en la actualidad algunos grupos de investigación, como el liderado por la norteamericana Linsey Marr, sostienen la hipótesis de que los barbijos (aún los de tela) -cuando reúnen los requisitos adecuados de materiales y ajuste- «podrían reducir el tamaño del incóculo viral al que están expuestas las personas», y por tanto servir como protección.

El uso de barbijo es sólo una de las herramientas de prevención para el coronavirus que se debe complementar con distancia social a más de dos metros, ventilación de ambientes, lavado frecuente de manos, evitar aglomeraciones y reuniones en espacios cerrados.

En qué se diferencian los barbijos diseñados por Conicet de los de tela, los quirúrgicos y los N95

Los barbijos diseñados por los investigadores de Conicet, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de San Martín son de uso social, no médico, pero demostraron una capacidad de filtrar hasta el 70% de los aerosoles y al poseer propiedades antivirales, antibacteriales y antifungicidas son capaces de inactivar estos patógenos en instantes, impidiendo su acumulación como sucede en cualquier otro barbijo.

«Al comienzo de la pandemia se pensaba que el mayor riesgo de contagio de coronavirus radicaba en las gotículas expelidas al estornudar y toser. Estas gotículas son relativamente grandes y pesadas cayendo a poca distancia debido a la gravedad. Actualmente, se sabe que las responsables del contagio son las microgotas presentes en los aerosoles que se forman tan sólo por respirar o hablar o cantar», señalaron las y los investigadores Roberto Candal, Silvia Goyanes, Griselda Polla y Ana María Llois.

Y continuaron: «Estos aerosoles se mantienen en suspensión en el aire en un ambiente cerrado, por tiempos muy prolongados (del orden de horas), pudiéndose desplazar muchos metros».

Candal, Goyanes, Polla y Llois recordaron que el desarrollo de los barbijos que hoy se comercializan bajo el nombre de Atom Protect fue realizado «al comienzo de la pandemia y en tiempo récord, en un esfuerzo mancomunado entre Estado y empresa, empleando telas disponibles masivamente en un contexto local e internacional de carencia de telas no tejidas que son las que usan para producir insumos médicos».

En ese contexto, el grupo de investigación estudió la respuesta de los barbijos frente a un aerosol acuoso de solución salina, para simular aerosoles reales que podrían contener virus y otros agentes patógenos.

«Los ensayos se realizaron a velocidades de impacto representativas de una respiración intensa (10 cm/s). En estas condiciones se obtuvo una capacidad filtrante de alrededor de un 70 por ciento, aún para gotas de tamaño de menos de 1 micrón, o sea mil veces más chico que 1 milímetro. Este rango crítico muchas veces no se satisface en barbijos de tipo quirúrgico de tela no tejida», explicaron.

Los investigadores destacaron además que «un aspecto a tener en cuenta es que los barbijos sociales y quirúrgicos después un tiempo de uso acumulan bacterias, virus y hongos, provenientes del medioambiente o de la propia exhalación respiratoria del usuario. Y en este sentido la ventaja del producto que desarrollamos es la eliminación casi instantánea de esos agentes patógenos».

Finalmente, recordaron que los «los barbijos Atom Protect no son de uso médico» y que «las telas tejidas empleadas en su fabricación no satisfacen los requisitos que requiere la noma para ser considerado de tipo N95».

«Esto no significa que los productos desarrollados (bactericidas y antivirales) no puedan ser usados en telas no tejidas o en una combinación de telas no tejidas y telas tejidas, que satisfagan la barrera física necesaria para ser consideradas de tipo N95 o superior», concluyeron.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202101/543134-eficacia-barbijos-caseros.html