Guía para identificar las violencias machistas digitales

¿Cómo se manifiesta la violencia de género en el ciberespacio? ¿Quiénes la ejercen y qué herramientas existen para protegerse? Marina Benitez Demtschenko, presidenta de la Fundación Activismo Feminista Digital, repasa las particularidades de este tipo de violencia, que no en todas sus formas están tipificadas como delito.
POR MARINA GUERRIER
En el espacio digital, la violencia de género encontró un lugar para reproducirse de manera acelerada, inmediata y masiva. Se replican los comentarios abusivos, se multiplican los mensajes sexuales y misóginos, y se difunden sin consentimiento fotos, audios y videos íntimos. En el ciberespacio -ese entorno que se suele definir como un mundo no físico, sin límites, del que cualquier persona puede participar- la violencia de género adopta modalidades difíciles de reconocer sin herramientas específicas.
“El tratamiento que normalmente se le da a las violencias digitales machistas es solamente cuando estamos conectadas y ésto es un error, porque también puede haber violencia digital machista al inhibirnos la conexión, la posibilidad de utilizar todos los recursos que nos trae la era digital, y ésto se manifiesta particularmente en la primera brecha digital de género, la de acceso”, explica a Télam Marina Benitez Demtschenko, abogada especialista en Derecho Informático y presidenta de la Fundación Activismo Feminista Digital, una organización especializada en la investigación y el diseño de estrategias para promover el reconocimiento de los derechos digitales con perspectiva de género.
Según un informe que elaboró el INDEC a partir de la Encuesta Permanente de Hogares en el último cuatrimestre de 2019, la diferencia en el uso de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) relevada entre varones y mujeres parece ser estrecha, con un porcentaje levemente mayor para los varones en todas las tecnologías. “Los varones se encuentran por encima de las mujeres por 1,4 puntos porcentuales en el uso de internet y 0,6 en el empleo de computadora. En cuanto al uso de celular, los varones están por encima de las mujeres sólo por 0,2 puntos porcentuales”, señala el documento.
Sin embargo, organizaciones de ciberfeminismo advierten que en la brecha digital de género se combinan distintas brechas que la acrecientan, cómo las idiomáticas, económicas, de acceso a la educación digital y generacionales. “Cuando pensamos en los canales, contenidos y las formas que puede adquirir esta problemática, no nos circunscribamos solamente a lo que pasa en las redes sociales”, propone Marina, “pensemos en cómo estamos colocadas las mujeres frente a los recursos que se nos extienden”.
En el mismo sentido, la especialista destaca que relacionar de manera exclusiva la violencia digital con los ataques en las redes sociales nos puede llevar a asociar que los agresores son varones anónimos, pero “más del 50% de son varones conocidos porque están en el marco de la violencia doméstica, son ex parejas”.
A la par que las violencias se exacerban, también crece el activismo por visibilizarlas. En los últimos años, se han hecho grandes esfuerzos por regular la violencia machista digital, no solo porque es desproporcionadamente agresiva para las mujeres, sino porque su incidencia es cada vez mayor. Según un informe elaborado en 2019 por Amnistía Internacional, “una de cada tres mujeres sufrió violencia a través de redes sociales en Argentina”. Un 59% de las usuarias de plataformas digitales consultadas aseguró haber sido “objeto de mensajes sexuales y misóginos”; un 34% dijo haber recibido “mensajes con lenguaje o comentarios abusivos en general”; y un 26% declaró haber recibido “amenazas directas y/o indirectas de violencia psicológica o sexual”.
“El acoso virtual, la difusión no consentida de material íntimo, el acceso indebido a nuestras redes sociales, los ataques difusos, ataques trolls que son masivos y no podemos reconocer ni el origen ni el final, estas manifestaciones en catarata, son muy relevantes”, explica Marina que, desde la organización que preside, impulsó en tres ocasiones distintas iniciativas para modificar la legislación vigente y conseguir que estas conductas dañosas sean tipificadas como delito.
En 2017, desde Fundación Activismo Feminista Digital propusieron un proyecto de ley para incorporar una serie de agresiones machistas digitales al Código Penal argentino. Un año después, en 2018, impulsaron una nueva propuesta para modificar la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación, pero finalmente perdió estado parlamentario. Este año, retomaron, actualizaron y consiguieron volver a ingresar el proyecto de ley.
“Incorporamos que esta problemática sea prevista en las currículas escolares vía ESI; la capacitación obligatoria de agentes públicos para que entiendan sobre la problemática; y la gratuidad de todos los procesos administrativos judiciales que impliquen violencia digital o violencia telemática debido a lo costosas que son las pericias informáticas y, a veces, impeditivas para que las damnificadas obtengan respuestas de las autoridades públicas”, detalla.
Según explica Marina, gran parte de las violencias machistas digitales no tienen actualmente recepción porque no existen en el derecho argentino vigente. Por ejemplo, el doxing o publicación de datos privados e identificantes de una usuaria, no está contemplada en la legislación. Por eso, esperan la incorporación de su proyecto de ley a la agenda parlamentaria, “algo que vemos difícil de complirse durante 2021 y lamentamos porque la respuesta que necesitamos es hoy, no podemos continuar sin leyes que contemplen todo lo que vivenciamos en la era digital, que para nosotras lamentablemente termina también siendo muy hostil”.
Fuente: Télam