7 de cada 10 padres dejan a sus hijos al cuidado de un familiar

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  • Según un estudio de Kantar, solo un 21% de las familias tiene niñeras rentadas (principalmente en niveles socioeconómicos altos y parejas jóvenes).
  • Si bien el factor económico juega su rol, se devela cierta decisión y predisposición cultural más allá del presupuesto.

Un proverbio africano muy popular afirma que “para criar a un niño hace falta una tribu entera”. Y eso lo sabe bien cualquier mamá o papá que cría, trabaja y busca llevar una vida más o menos equilibrada. Así, el apoyo de la familia extendida suele ser un pilar clave a la hora del cuidado y la organización. Esto lo confirma un estudio de la consultora Kantar, que arroja que siete de cada diez parejas en el Área Metropolitana de Buenos Aires confían a sus hijos el cuidado de un familiar de forma habitual.

La frecuencia de cuidado más habitual es dos o tres veces por semana, seguida por algún cuidado más ocasional y sólo en el 19% de los casos esta tarea es de todos los días.

Además, se destaca una situación: solo un 21% de las familias tiene niñeras rentadas, algo que se da en el nivel socioeconómico más elevado y asciende al 29% entre las parejas más jóvenes.

Este relevamiento, realizado en febrero de 2025, incluyó 300 casos de hombres y mujeres mayores de 21 años, padres, madres o cuidadores de niños de 0 a 6 años.

En familia

Aunque el factor económico juega su parte (ya que las niñeras aparecen en niveles socioeconómicos altos), se devela cierta decisión, más allá de la cuestión de presupuesto.La frecuencia de cuidado más habitual es dos o tres veces por semana. Foto: ilustración shutterstock.La frecuencia de cuidado más habitual es dos o tres veces por semana. Foto: ilustración shutterstock.

María Roca, Doctora en Psicología e investigadora del CONICET, explica a Clarín que, si bien el estudio de Kantar no ahonda directamente en las razones, otras investigaciones arrojan luz sobre este fenómeno.

“Hay estudios en España que muestran una mayor preferencia del cuidado a cargo de familiares, de los abuelos específicamente, frente a los cuidados formales como los de una guardería, y en esos casos se hace clara referencia a que no es de forma exclusiva la variable económica la que lleva a la decisión, sino también una percepción negativa sobre el cuidado en guarderías, por ejemplo, que los chicos se enferman más o que están mejor cuidados en casa”.

A esta percepción se suman otros elementos clave. Un estudio realizado en Inglaterra revela que las familias valoran los valores compartidos, las normas de crianza similares y la cercanía que ofrece un familiar. Dentro de esta red de apoyo, un patrón se mantiene: las abuelas maternas y, en segundo lugar, las paternas, asumen el rol principal, lo que indica que la “cuestión femenina sigue prevaleciendo” en este tipo de cuidado no formal.

Si las parejas más jóvenes optan más por niñeras, una hipótesis sugiere que sus propios padres, es decir, los abuelos, “siguen activos en el mercado laboral y tienen menos tiempo disponible”.

La doble cara del rol de abuelos: ¿bendición o sobrecarga?

Esta dinámica de los abuelos como cuidadores no es exclusiva de Argentina; es un fenómeno global. Esta situación ofrece dos perspectivas: una mirada positiva que resalta que el hecho de cuidar a los nietos significa mantenerse activos y sentir un propósito, esta labor también puede significar una gran sobrecarga, al restarles tiempo para sus propios intereses.

Roca subraya una diferencia crucial: “Hay una diferencia entre asumir la obligación de la crianza del nieto y brindar apoyo en momentos particulares y concretos. Creo que eso es algo que es importante: una cosa es ser un sistema de apoyo, de cuidado ocasional, y otra cosa es asumir la obligación de la crianza y todo lo que eso puede implicar en las propias actividades y las propias responsabilidades del abuelo que cuida”."Una cosa es ser un sistema de apoyo, de cuidado ocasional, y otra cosa es asumir la obligación de la crianza", dice Roca. Foto: ilustración shutterstock.«Una cosa es ser un sistema de apoyo, de cuidado ocasional, y otra cosa es asumir la obligación de la crianza», dice Roca. Foto: ilustración shutterstock.

A medida que los niños crecen y se incorporan al sistema educativo formal —como el jardín de infantes y la primaria—, la dependencia de los abuelos se transforma, y las redes de cuidado formales asumen un papel más protagónico. Sin embargo, el valor de los familiares y otros adultos significativos no disminuye.

Abuelos, tíos, vecinos, docentes, amigos de la familia y adultos cercanos que acompañan en la vida cotidiana muchas veces se convierten en parte fundamental de una “trama afectiva que sostiene, estimula y cuida”. María Roca enfatiza que estas redes, formales o informales, son vitales en un contexto de cambios familiares y mayor participación laboral de ambos padres.

De hecho, entre padres, madres y cuidadores, 6 de cada 10 encuestados recuerdan haber sido cuidados ellos mismos por un familiar, amigo o empleada en su propia niñez. El principal motivo, los compromisos laborales de los padres. La mayoría considera que esas experiencias de cuidado han dejado en ellos impresiones positivas, sensaciones de seguridad, felicidad, calma y una mayor apreciación por el tiempo con los padres.

Alivio y ayuda

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños necesitan ambientes que promuevan la salud, la nutrición, la seguridad, el afecto y la estimulación temprana. Estas condiciones no siempre pueden ser garantizadas por una única persona o núcleo familiar. Por eso, compartir la crianza -de manera informal o formal- puede marcar la diferencia.

Para quienes ejercen la crianza, contar con esta “comunidad” de apoyo es un alivio significativo. Las redes de cuidado no solo proporcionan modelos de interacción y aprendizaje para el niño, sino que también alivian el estrés de los adultos, favorecen un entorno más estable y sensible, protegen y previenen riesgos.

La sobrecarga y el aislamiento pueden afectar la calidad del vínculo con el niño; una red de apoyo, en cambio, «reduce el estrés, disminuye la ansiedad y mejora la capacidad de responder con sensibilidad a las necesidades infantiles».

Los beneficios se reflejan directamente en la vida de los padres: siete de cada diez reconocen que estas redes les permiten trabajar. Además, cuatro de cada diez sienten un alivio emocional, perciben un beneficio para toda la familia y un fortalecimiento de los vínculos con la persona que cuida.

En este contexto, “aunque a veces cueste dejar a los niños al cuidado de otros, la evidencia científica muestra que las redes de cuidado no parentales pueden representar una valiosa oportunidad para ofrecer experiencias variadas, estrategias de afrontamiento y aprendizajes que enriquecen el desarrollo infantil, complementando -y no reemplazando- el rol fundamental de madres, padres o cuidadores principales”, sostuvo María Roca.

Una de las ideas más importantes que se desprende de la encuesta de Kantar es que el acompañamiento de otros adultos significativos fortalece y vuelve más sostenible en el tiempo el rol de los cuidadores principales (habitualmente, madre y/o padre).

Criar no es una tarea solitaria; pedir ayuda, delegar y confiar en otros adultos también es cuidar mejor.

Fuente: https://www.clarin.com/familias/hace-falta-tribu-7-10-padres-deben-dejar-habitualmente-hijos-cuidado-familiar_0_DPm9iC0Ygl.html