Colesterol: un tercio de los argentinos tiene alto
- Los resultados del primer estudio multicéntrico realizado en el país fueron publicados en la revista Atherosclerosis.
- Tener la lipoproteína a alta se asoció con un 53% más de probabilidades de sufrir un infarto, un ACV u otras complicaciones mayores
«Cuando el médico le pida de hacerse sus análisis para ver cómo está el azúcar, el hígado, los riñones, los glóbulos rojos, debería decirle ¿no me pide la lipoproteína A?«, sugiere Pablo Corral, ex presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL) e investigador principal de un estudio que mostró que un tercio de los argentinos tiene la Lp(a) alta, lo que eleva el riesgo de infarto y ACV, entre otros eventos y enfermedades cardiovasculares.
En el marco del primer estudio multicéntrico que evaluó la prevalencia de la lipoproteína A en Argentina y sus resultados clínicos fueron evaluados unos 3000 adultos de seis regiones del país que acudieron a sus consultas clínicas o cardiológicas de rutina, tanto en el sector público como privado.
No eran necesariamente personas con colesterol alto: simplemente, sus médicos les indicaron un análisis de sangre para medir Lp(a), entre otras variables. El 31,4 % la tenía alta, un porcentaje mayor a la prevalencia mundial estimada. El trabajo acaba de publicarse en Atherosclerosis, una de las revistas médicas más importantes del área.
Suscribite a Buena Vida
Cada quince días, Florencia Cunzolo te cuenta lo último para cuidar tu salud y sentirte bien. Registrate acá.
«Grandes estudios realizados en distintos lugares del mundo, pero principalmente Europa y Norteamérica, demostraron que uno de cada cuatro o uno de cada cinco tenía la Lp(a) elevada (entre el 20% y el 25% de la población). Nosotros no teníamos datos locales y en Latinoamérica tampoco había antecedentes de un estudio como el que realizamos», comentó a Clarín Corral, quien lleva más de una década investigando el tema y hoy es referente a nivel local e internacional.
Comenzó con estudios en Mar del Plata, donde reside, y desde allí fue armando una red de 70 investigadores que integran el Grupo Argentino Estudio Lp(a) -GAELp(a). «Generamos una herramienta que evalúa 50 variables (datos filiatorios, clínicos, laboratorio, imágenes y terapéutica) y medimos la prevalencia, es decir, qué porcentaje de la población argentina tiene la Lp(a) elevada y si estaba asociada a infarto y ACV, entre otras alteraciones», explicó.
Hallaron que los niveles elevados de Lp(a) predijeron de forma independiente los eventos cardiovasculares mayores (MACE, por sus siglas en inglés), «lo que refuerza su papel como marcador del riesgo cardiovascular residual«.
«La lipoproteína(a) ha pasado de ser una lipoproteína poco conocida a convertirse en un determinante central del riesgo cardiovascular residual«, escribieron Tarek Harb, Gary Gerstenblith y Thorsten M. Leucker, de la División de Cardiología de la Johns Hopkins University School of Medicine, en Baltimore, Estados Unidos, que analizaron el trabajo argentino en un comentario editorial publicado en Atherosclerosis.
Residual, palabra clave. ¿Qué quiere decir? Que el riesgo continúa elevado incluso cuando están bajo control factores clásicos que contribuyen a incrementarlo, como el colesterol LDL, la hipertensión, el tabaquismo, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo, lo que ayuda a explicar por qué algunas personas sufren eventos cardiovasculares pese a que el resto de sus parámetros están controlados.
Tener la lipoproteína(a) alta (definida como valores ≥50 mg/dL o ≥125 nmol/L) se asoció en la población estudiada en Argentina con un 53% más de probabilidades de sufrir un infarto, un ACV u otras complicaciones mayores, en comparación con participantes con valores más bajos.
Los resultados del registro, escribieron los autores del artículo, subrayan la necesidad de una «detección precoz» y la «realización de pruebas rutinarias de Lp(a) en la prevención de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica», especialmente entre quienes acumulan más factores de riesgo.
En ese sentido, a comienzos de año, expertos nucleados en el Grupo de Trabajo Internacional de Lp(a) firmaron la Declaración de Bruselas, un llamamiento a que «las pruebas de Lp(a) sean rutinarias y universalmente accesibles».
En la actualidad, «a pesar de la solidez de la evidencia científica, menos del 2% de la población mundial se realiza la prueba , lo que deja a la gran mayoría sin ser consciente de su riesgo y sin acceso a atención preventiva que podría salvarles la vida», advirtieron los autores de la declaración.
«Realmente va a ser un antes y después cuando tengamos también herramientas para manejar los valores elevados», sostuvo Corral, que viajó a Bélgica en representación de Latinoamérica.
La «hermana misteriosa» del colesterol LDL
A la Lp(a) se la conoce hace seis décadas, pero en los últimos años se aceleró la investigación. El investigador austríaco Florian Kronenberg -uno de los principales expertos mundiales- la describió como «misteriosa» porque pese a que su estudio se encuentra en auge (impulsado también por el desarrollo de terapias para bajar sus niveles), todavía quedan muchos interrogantes sin resolver sobre la Lp(a).
Entre quienes llevan años estudiándola, hay un consenso creciente: sin medirla, falta una pieza clave del rompecabezas del riesgo cardiovascular.
El colesterol es transportado a través de la sangre por medio de lipoproteínas, que son las que se miden en los análisis de laboratorio. Estamos habituados leer en los resultados los valores de colesterol total, LDL (popularmente se conoce como «malo», pese a que los expertos insistan en dejar de llamarlo así) y HDL (popularmente conocido como «bueno»). Pero no es nada común que se pida la Lp(a).
¿Qué es la Lp(a)?
«Es una subespecie de colesterol aterogénico heredado de forma genética. Es como el color de los ojos, no se puede cambiar. Vos nacés con un valor y eso al día de hoy no se puede modificar porque, si bien están en desarrollo, todavía no hay fármacos para bajarlo, y no se adquiere por malos hábitos, ni se mejora por buenos hábitos. Es como un sello genético que tenemos y está asociado a enfermedad cardiovascular», explicó Corral.
«Una persona puede tener mucho colesterol total, pero en parte ese colesterol lo aporta la lipoproteína A. Si no la medís, no estás viendo el cuadro completo. Se te escapan elementos», añadió.
—¿Para qué sirve medirla si no se puede hacer nada en la actualidad para modificarla?
—Muchos pacientes, incluso colegas, se hacen esta pregunta. Cuando vos tenés la Lp(a) elevada, te sube un escalón al riesgo cardíaco. ¿Qué significa esto? Si vos tenés un riesgo cardíaco bajo, pero te medís la Lp(a)y te da alta, ya no sos bajo riesgo, sos riesgo intermedio. Y si tenés riesgo intermedio, pasás a riesgo alto.
Es decir, la Lp(a) alta hace que todas las otras variables se tengan que ajustar: hay que bajar más el colesterol, tenés que controlar mucho mejor la presión y todos los demás factores de riesgo.
Y como es una enfermedad genética, si alguien de la familia tiene alta la Lp(a), hay que medirla en el resto, lo que ayuda a detectar familiares que tengan mayor riesgo. Entre los pacientes que tenemos medidos en Argentina, el grupo de hipercolesterolemia familiar tienen en promedio mayor valor de Lp(a).
—¿Es caro medir la Lp(a)? ¿Se indica poco por un tema de costos o por desconocimiento entre la comunidad médica?
—Creo que es 95% desconocimiento, porque la Lp(a) es un reactivo como cualquier otro, sale mucho menos que medir una vitamina D y lo mismo que evaluar la TSH, que es el valor que uno pide cuando busca trastornos en la tiroides. Es una determinación que está disponible, no es compleja de hacer -se mide a través de un análisis de sangre- y no es cara. Todas las guías a nivel internacional dicen que al menos una vez en la vida cada uno debería conocer su valor de lipoproteína A.
El valor de Lp(a) está determinado genéticamente. Ilustración Shutterstock.
Terapias en camino
En el comentario editorial, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins celebraron la generación de datos locales y apuntaron que «con varias terapias específicas para reducir Lp(a) actualmente en ensayos de resultados clínicos en fases avanzadas, la importancia de comprender las distribuciones poblacionales específicas y las relaciones con el riesgo nunca ha sido mayor«.
—¿Cuán cerca están de aprobarse y cuál es su mecanismo de acción?
—Hay cinco fármacos en el mundo que están en fase 3, que es la última etapa antes de que estos fármacos se puedan comercializar. De dos de ellos es muy probable que tengamos resultados en el 2026. Alteran la proteína que genera la Lp(a) e inhiben a través del hígado su producción Son de aplicación subcutánea, una vez por mes habitualmente y bajan la lipoproteína hasta un 90% -concluyó Corral-.