Con la llegada del verano, son más frecuentes varias patologías genitourinarias femeninas. Ambas causan molestias en la zona genital que pueden influir en la calidad de vida de las mujeres que las sufren, por lo que es importante encontrar soluciones adecuadas para evitar padecerlas recurrentemente.

En primer lugar, hablaremos de la vulvovaginits micótica. En la mayoría de los casos, está causada por un hongo (Candida albicans) que se encuentra en varias partes de nuestro organismo: la cavidad oral, el tracto gastrointestinal y la mucosa vaginal, y participa en algunos procesos fisiológicos.

El problema surge cuando el equilibrio de la microbiota intestinal se altera y descienden los microorganismos beneficiosos: entonces la cándida prolifera de manera excesiva y se vuelve patógena, de forma que produce toxinas y compromete la permeabilidad intestinal y la funcionalidad de otras partes del cuerpo. Este desequilibrio o disbiosis, facilita que cándida pueda invadir o proliferar en otros órganos, que por proximidad afectará mayoritariamente la zona vaginal, originando la vulvovaginitis por cándida.

Los principales síntomas que se manifiestan en la zona íntima son: enrojecimiento, secreciones espesas y de mal olor, prurito, ardor en la zona vaginal y vulvar, hinchazón, dolor o sequedad vaginal.

La terapia convencional conlleva el uso de antimicóticos, que pueden reducir la cándida muy rápidamente, pero dejan el ecosistema vaginal vulnerable a nuevas infecciones.

Bacterias vaginales

Esta situación es la que permite que haya recaídas con facilidad, o lo que es peor, que la nueva infección no sea por cándida, sino por la proliferación de bacterias vaginales que ahora generarán vaginitis bacteriana o vaginosis (síntomas similares a la candidiasis, pero por organismos muy diferentes y tratamientos antagónicos).

Esta situación es la que ha llevado a muchas mujeres a entrar en un círculo infeccioso que pivota candidiasis y vaginosis, debido a los tratamientos consecutivos de antimicóticos y antibióticos.

En el caso de estas patologías, es importante actuar desde las primeras señales mediante un protocolo de tratamiento que aborde el problema teniendo en cuenta todos los aspectos relacionados, especialmente el refuerzo de las defensas inmunitarias y el restablecimiento del equilibrio de la microbiota, tanto de la vaginal (para evitar reinfecciones), como de la intestinal (para solucionar el problema de origen y no recaer).

Teniéndolo en cuenta se ofrecen soluciones 360° que tienen en cuenta la causa del problema, la sintomatología y la prevención para evitar recidivas.

En caso de un episodio agudo de vulvovaginitis por cándida se propone usar, en primer lugar, soluciones vaginales para aliviar rápidamente la sintomatología y proteger la microbiota vaginal. Son soluciónes calmantes y respetuosas que no barre la protección natural de la zona vaginal, y contienen normalmente aguas de Manzanilla, Caléndula, gel de Aloe, y extracto de semillas de pomelo (GSE) para combatir la infección. Todo está disuelto en ácido láctico con prebióticos, para favorecer la microbiota vaginal beneficiosa.

En paralelo, el tratamiento que debe utilizarse debe cubrir cualquier microorganismo que cause la vaginitis (ya sean hongos o bacterias), para poder garantizar la resolución del problema y no dejar posibilidad a una reinfección. El óvulo es 100% natural y a base de plantas (incluso la cubierta), para poder ofrecer el máximo respeto en la zona vaginal y añadirle otros agentes vegetales que puedan potenciar la fórmula y ofrecer una ayuda sintomatológica: Caléndula y Gel de Aloe para el picor y la inflamación; aceite de árbol de Té, como refuerzo antimicrobiano; y aceite de Onagra, para hidratar.

La utilización de estos dos productos garantiza un tratamiento seguro, sea cual sea el agente infeccioso, y ayuda a restaurar y preservar la salud vaginal para protegerla de cualquier agente agresivo. La Solución Vaginal puede usarse para cualquier momento en el que aparezcan molestias, incluso si no hay infección (tras el ciclo menstrual, después de relaciones sexuales, …) o para limpiar y sellar después de cualquier tratamiento farmacológico en la zona, incluso después de tratamiento con GSE Pro-Óvulos.

Si, además, se padecen otras molestias asociadas a la cándida, como prurito, picor o inflamación de la zona vulvar externa, se puede aplicar  , formulas con extractos vegetales y sustancias de origen natural, para solucionar la infección y la inflamación en labios o ingles, y también puede aplicarse en hombres cuando sufre de micosis genital.

Infecciones vaginales

El origen de estas patologías nace por un sobrecrecimiento de cándida en el intestino. Si abordamos la problemática teniendo en consideración que la solución debe hacerse a nivel intestinal, podemos ayudar a resolver las reinfecciones vaginales con un protocolo de tratamiento que solucione la disbiosis intestinal y recupere la microbiota beneficiosa, que es la que impide que cándida vuelva a crecer descontroladamente. Esta doble acción (reducir cándida y aumentar microbita), se puede conseguir con un protocolo conjunto:

  1. Comprimidos(a base de extractos de plantas, GSE y prebióticos). Son comprimidos vía oral, que luchan contra la cándida intestinal, desinflaman y reparan el daño causado en el intestino, para frenar la proliferación del patógeno y reducir los síntomas asociados.
  2. A base de probióticos. Se encarga de aportar las bacterias beneficiosas intestinales y vaginales que hacen frente a los patógenos que causan vaginitis de cualquier tipo.

Esta integración probiótica es fundamental para que los patógenos no crezcan, por lo que puede convertirse en un complemento perfecto en los casos de tratamiento antibiótico que tiene de consecuencia una infección vaginal como daño colateral. El hecho de que los probióticos tengan la capacidad de migrar y colonizar hasta la vagina, permite fortalecer la zona e impedir el daño que hace el antibiótico (problemática muy común en caso de tratamientos antibióticos para cistitis).

Este tratamiento complemento, supone una solución para tantas mujeres que llevan años sufriendo este tipo de patologías repetitivas. No obstante, es nuestro estilo de vida el que nos hace tener estos desequilibrios intestinales, por lo que es muy importante identificar cuáles son las causas que pueden llevarnos a esta situación para evitar volver a recaer en un futuro.

Las causas principales que pueden llevar a que la cándida crezca de manera descontrolada en el intestino son varias:

  1. El consumo de antibióticos: como hemos dicho anteriormente, consumir antibióticos, reduce las poblaciones fisiológicas de bacterias intestinales, pero debemos recordar que cándida es un hongo, por lo que es totalmente resistente a la acción antibiótica. Es más, va a crecer durante el tratamiento porque va a ocupar el hueco dejado por la microbiota que desaparece.
  2. Alimentación incorrecta: las cándidas son hongos de la familia de las levaduras, y como toda levadura, se alimenta principalmente de hidratos de carbono. Una alimentación rica en harinas refinadas (pan, pasta, pizza, dulces…), no solo da placer a nuestro paladar, sino que es la fuente de crecimiento de hongos intestinales como cándida.
  3. Estrés: tener un ritmo de vida agitado, libera mucho cortisol y genera que nuestro intestino quede vulnerable a desequilibrios microbianos. Las personas que sufren de estas problemáticas deben reducir el nivel de estrés para impedir las recaídas de vaginitis. El yoga, la meditación o el pilates, son prácticas muy útiles para reducir los niveles de cortisol y mejorar el equilibrio intestinal.

A continuación, trataremos sobre el bienestar de las vías urinarias. Una de las patologías relacionadas más comunes es la cistitis, una inflamación de la vejiga causada por una infección que afecta a dichas vías. El porcentaje de mujeres que la padecen es significativamente mayor al de los hombres y 1 de cada 2 mujeres sufre cistitis, al menos, una vez en la vida. Además, hay un 27% de probabilidad de recaer en los siguientes 6 meses.

La proximidad anatómica entre uretra y recto permite a los microorganismos patógenos fisiológicamente presentes a nivel intestinal, como Escherichia coliStaphylococcus epidermidis o Enterococcus faecalis, migrar hacia las vías urinarias inferiores, adherirse en la salida de la uretra y comenzar a subir por ella, pudiendo llegar hasta la vejiga. Esto se conoce como fenómeno de ascendencia.

En condiciones de equilibrio, el flujo urinario normal puede “expulsar” estos microorganismos, pero en caso de disbiosis intestinal y empobrecimiento de la microbiota beneficiosa de la zona urogenital, el hecho de que el equilibrio fisiológico del tracto urinario se vea alterado da lugar a un episodio agudo de cistitis.

Entonces, se manifiestan síntomas como: estímulo continuo para orinar, micción muy frecuente, orina turbia (a veces, con restos de sangre), dolor suprapúbico e inflamación y sensación de quemazón.

De manera convencional, este tipo de infecciones se resuelven con una terapia antibiótica, pero ¿este tratamiento resuelve la patología y previene de una nueva infección?

Como en el caso de las cándidas, el origen del microorganismo que causa cistitis es intestinal. Los antibióticos para combatir la cistitis, al ser consumidos de manera oral, destruyen la microbiota fisiológica que hace frente al crecimiento de patógenos. De esta manera, después del tratamiento, el nicho dejado por las bacterias buenas va a ser ocupado por bacterias patógenas (entre las que se encuentras E. coli y otras bacterias causantes de cistitis). Esta es la explicación de porque el 50% de las mujeres después de un primer tratamiento antibiótico para cistitis, tienen una segunda cistitis en menos de un año.

El gran riesgo del consumo de antibióticos para esta infección es que la bacteria infecciosa, se hará resistente al fármaco, por su uso repetitivo, lo que pone en riesgo serio a la persona, en sucesivas recaídas. 

Fuente: https://www.saludymedicina.org/post/candidiasis-y-cistitis-como-tratar-dos-de-las-patologias-genitourinarias-mas-comunes-entre-las-mujeres