La titular del INADI analizó los discursos de odio que despertó el recital gratuito del músico L-Gante en Tecnópolis.

POR VICTORIA DONDA26-02-2022

Foto Cristina Sille archivo

“Negros. Dulces y dóciles. Mansos, humildes y amables. Tengan cuidado el día que cambien de parecer”

Langston Hughes

Que son negros. Que lo que cantan no es poesía. Que la música suena a tacho. Que no entienden las letras de Los Redondos. Estos y otros estigmas aparecen cada vez que los festejos populares desbordan una plaza, un centro cultural o que se expresan en la calle en época de Carnavales.

En esta línea, la periodista Viviana Canosa, en ocasión del show que diera L-Gante en Tecnópolis el mes pasado, en su cuenta de instagram se refirió al público que participó del show como “sumisos, pasivos, pobres y brutos”. Expresiones como esta configuran un discurso de odio congruente con los lugares, las jerarquías y los roles sociales que históricamente han estructurado nuestra sociedad en base a la idea de raza: supremacía racial blanca/inferioridad racial negra.

Para ayudarnos a entender lo que despierta L-Gante en ciertos sectores podemos utilizar el término “Negro Aceptable”, expuesto por la directora afroestadounidense Ava DuVernay en la serie-documental “Colin en blanco y negro”:

En este sentido L-Gante no es un Negro Aceptable porque rompe con ese lugar que la «sociedad» le asigna por ser un joven racializado y de un barrio popular. L-Gante es un negro exitoso y “sin miedo al éxito”, como dice él; que comenzó su carrera musical con una computadora del programa Conectar Igualdad, que no olvida de dónde viene ni para quién compone. Su poesía es “cumbia 420 pa’ los negros” y no quiere conformarse ni asimilarse, en sus palabras: “no quiero ser concheto, quiero ser millonario”.

El desafío es descubrir la dominación que existe de un grupo sobre otros y cómo cualquier tipo de alteración de ese orden establecido, que dicta qué es lo aceptable y qué no, genera respuestas negativas en los sectores de poder y privilegio, evidenciado en los discursos de odio.  Tratar de “sumisos, pasivos, pobres y brutos” a los sectores populares habla de la vigencia de la histórica dicotomía “civilización o barbarie”, sustentada en el racismo estructural, sobre el cual, a su vez, se construyen y reproducen los discursos racistas.

Existen comunicadores abocados a legitimar y naturalizar discursos de odio a los negros con derechos, insumisos y exitosos como L-Gante. Y también existen políticas públicas como Tecnópolis que permite que miles y miles de chicos y chicas con sus familias accedan a un show gratuito, popular, de calidad y canten el abecedario con L-Gante, que se parece a ellos y es exitoso.

Fuente: Télam