Hallazgo de científicos argentinos para tratar la enfermedad de los bebés prematuros
- Es para cambiar la forma de tratar la displasia pulmonar, una patología que muchas veces es mal diagnosticada.
- El trabajo, publicado en The Lancet, es del Centro Infant dependiente de la Universidad de San Martín
Los entre 1.000 y 2.000 bebés prematuros que cada año manifiestan enfermedad pulmonar en Argentina se van a poder beneficiar, desde ahora, de una novedad clave que posiblemente cambie el paradigma de tratamiento de lo que técnicamente se conoce como displasia broncopulmonar, la enfermedad más común en los recién nacidos antes de tiempo, gracias al trabajo que durante una década llevaron adelante investigadores del Centro INFANT de Medicina Traslacional (CIMeT), dependiente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Seguramente nadie discuta que peor que enfermarse es no tener un diagnóstico; o que el diagnóstico sea incorrecto o impreciso. De lo último justamente se ocuparon los autores y lo publicaron en la prestigiosa revista The Lancet.
Con el título “Análisis basado en datos para comprender los fenotipos de enfermedad pulmonar prematura”, abordaron esa suerte de imprecisión por la que cientos de bebés fueron históricamente diagnosticados con displasia broncopulmonar, aún cuando la manifestación y el progreso de los cuadros clínicos no eran exactamente los mismos.
La «displasia» es una afección por la que las células de un tejido equis tienen células que crecen o funcionan de manera despareja o anormal. En este caso, la afección ocurre por la propia inmadurez de los pulmones, producto del nacimiento antes de término, lo que provoca complicaciones en la salud del paciente.
Pero el gran hallazgo de este equipo es un dato nuevo: que la displasia broncopulmonar no es una sino por lo menos cuatro enfermedades. Lograron entenderlo luego de enrolar a casi 400 bebés de Argentina entre 2013 y 2020, cotejar los resultados con un segundo grupo de más de 800 prematuros de una base de datos estadounidense y analizar todo con una serie de modelados estadísticos.
El nacimiento antes de término hace que los pulmones del bebé estén inmaduros y no cumplan bien su función.
Modelados que, hay que destacar, no son operador científico dependiente sino IA (concretamente, machine learning) dependiente. El trabajo les permitió entender que los pacientes manifestaban al menos cuatro «trayectorias respiratorias «distintas.
Lo de las “trayectorias respiratorias” son palabras de quien coordinó el paper y la investigación en general: Mauricio Caballero, médico pediatra especializado en biología molecular y en efectividad clínica, investigador del Conicet y fundador y director del CIMeT-UNSAM. El primer autor del trabajo es Damián Alvarez-Paggi, investigador del Conicet en el Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas (CRIP-UNSAM) especializado en nanobioingeniería y fundador y CEO de Eureka Nanobioengineering.
Hubo que hilar bien fino para llegar a estas conclusiones. Usaron un enfoque llamado latent class trajectory modelling, o “modelado de trayectorias de clases latentes”, una herramienta que, según explicó Caballero a Clarín, se utiliza en investigaciones particularmente complejas en las que se busca detectar patrones que a simple vista serían invisibles.
Esos patrones son justamente las “trayectorias respiratorias” minuciosamente diferentes mencionadas arriba. El ir y venir de la respiración en bebés prematurísimos. Esto es, de hasta 1.500 gramos o de no más de 28 semanas de gestación, de modo que nacieron al menos 10 semanas antes de lo deseable.
Las claves de los cuatro tipos de displasia pulmonar
Los protagonistas argentinos del estudio fueron 376 bebés de hasta 1.250 gramos (como parte del llamado Programa de Descubrimiento de Displasia Broncopulmonar), que nacieron en cinco maternidades con cuidado neonatal especializado: el Hospital Italiano de Buenos Aires, la Maternidad Suizo-Argentina y los sanatorios Los Arcos, Otamendi y Trinidad de Palermo. Por el lado estadounidense, se involucraron 13 unidades de “neo” de la llamada red PROP (por Prematurity and Respiratory Outcomes Program), con 835 prematuros extremos.
Un bebé en desarrollo en el vientre materno. Foto: EFE
Los investigadores partieron de la pregunta por el progreso diverso de estos pacientes: algunos mejoraban, otros empeoraban pero sobrevivían y obviamente había un grupo que moría. Uno de los antecedentes que más los inquietaba era que el diagnóstico solía confirmarse recién varias semanas después del nacimiento. “Nuestro objetivo fue investigar si las trayectorias de las fracciones de oxígeno inspirado necesarias para mantener la saturación de oxígeno desde el nacimiento reflejan grupos distintos de enfermedad pulmonar prematura”, explican los autores en el trabajo.
Según explicó Caballero a Clarín, “los médicos diagnostican la broncodisplasia pulmonar, que es la enfermedad pulmonar crónica más común en los prematuros, a las 36 semanas de edad gestacional, basándose en si el bebé aún requiere oxígeno o asistencia respiratoria. Pero este método tiene dos problemas: llega muy tarde para prevenir complicaciones y no distingue bien entre bebés que siguen trayectorias clínicas muy diferentes”.
Los expertos lograron ahora demostrar que las curvas de necesidad de oxígeno en los primeros 30 días de vida dividen a los bebés en cuatro grupos diferentes. El primero tiene un requerimiento persistentemente bajo (58%) de asistencia respiratoria y su evolución tiende a ser estable y favorable. “Ninguno de estos bebés murió en el período estudiado”, explicó el investigador. El segundo tuvo un requerimiento alto inicial de oxígeno, pero con mejora (16%). Aunque este grupo manifestó “dificultades, mejoró rápidamente”.
El tercer grupo tiene lo que los expertos describieron como “inicio leve pero deterioro tardío (8%)”, y son los casos que -según Caballero- “sorprenden: parecen estar bien al nacer, pero presentan un empeoramiento pulmonar marcado hacia el final del primer mes”. De hecho, fue uno de los grupos con mayor mortalidad (19%). El cuarto grupo es definido como con “requerimiento persistentemente alto (18%) y son los más frágiles desde el primer día”. La mortalidad fue del 15%, con más complicaciones graves como hipertensión pulmonar o sepsis.
Estos cuatro patrones están asociados a diferentes riesgos de complicaciones. Pero el éxito de la investigación está en que, con un diagnóstico más temprano (algo que ahora es posible), el tratamiento neonatal en todo el mundo podría cambiar y mejorar (por ser más anticipado y específico) de acá en más.
Candidatos para un estudio clave difícil
En buena medida, el peso real de esta investigación tiene que ver con la frecuencia con la que aparecen estas displasias en prematuros. De los 425.000 recién nacidos que -según cifras oficiales- nacieron en Argentina en 2024, se estima que entre el 1,5% y el 2% son prematuros “extremos”. O sea, entre 6.000 y 8.000 bebés, aproximadamente.
De ellos, un porcentaje muy alto podría tener este tipo de patología. En concreto, dijo Caballero, “entre el 25% y el 40% de los que pesan menos de 1.500 gramos; y entre el 40% y el 50% de los de menos de 1.000 gramos o de menos de 28 semanas de edad gestacional”.
“Reunir una población adecuada para el estudio nos llevó siete años, debido a los criterios estrictos de reclutamiento del estudio y a la gran cantidad de información clínica recogida de forma diaria. Cuando iniciamos el plan de análisis nos enfrentamos a la problemática de disponer de métodos estadísticos tradicionales, que eran insuficientes para analizar datos tan complejos”, contó.
“Así, decidimos innovar con metodologías de análisis más modernas y optamos por colaborar en esto con el equipo de Adnan Custovic, investigador del Imperial College de Londres, dado que ellos venían haciendo este tipo de abordajes desde hacía un tiempo, en enfermedades parecidas, como el asma”, agregó.
Si hay que mencionar a un autor más, responsable de este trabajo, es Fernando Polack, el prestigioso pediatra infectólogo (creador de Fundación INFANT), que durante años dirigió la investigación. Es el médico que cobró protagonismo durante la pandemia por liderar el estudio clínico local de la vacuna Pfizer contra el Covid, y el mismo que hace no mucho anunció su retirada de la actividad académico-científica. Se abocó por completo a otra pata que no está nada lejos de la salud, aunque ya no lidia directamente con prematuros. Se llama Alamesa y es considerado el primer proyecto gastronómico inclusivo de su tipo en el país.