Vitamina D
Con la llegada del invierno y la menor exposición solar, mantener unos niveles adecuados de vitamina D se vuelve esencial. Los expertos advierten que tanto el déficit como el exceso pueden afectar a los huesos, los músculos, la inmunidad e incluso la salud cardiovascular.

Ni tanto, ni tan poco. La vitamina D es esencial para la salud ósea y muscular, así como para la regulación del sistema inmunitario. Por ello, tanto un déficit como un exceso de este nutriente pueden ocasionar diferentes problemas de salud. Ahora, con la llegada del invierno y la menor exposición solar (responsable del 80% de vitamina D que llega al cuerpo), los expertos recuerdan la importancia de mantener los niveles adecuados de esta sustancia.
“La vitamina D ayuda a activar nuestras defensas frente a virus y bacterias y evita respuestas inflamatorias excesivas que pueden dañar los tejidos”, afirma Paco Miralles, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Vithas Xanit Internacional, quien añade que los niveles bajos se asocian a un mayor riesgo de infecciones respiratorias.
Desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), advierten que el déficit de este nutriente en niños supone una alteración de la mineralización ósea conocida como raquitismo. En adultos, “este trastorno se conoce como osteomalacia y produce síntomas como dolores osteomusculares y debilidad muscular”. Por otra parte, continúa la sociedad científica, “el déficit de esta vitamina puede precipitar o empeorar la osteoporosis y, en algunos casos, produce un descenso de los niveles en sangre de calcio y fósforo”.
Asimismo, en etapas como el embarazo y la lactancia, los requerimientos aumentan. En este sentido, la vitamina D “contribuye al correcto desarrollo óseo y neurológico del bebé, además de favorecer el buen funcionamiento del sistema inmunitario, tanto de la madre como del recién nacido”, afirma Amelia Vizcaíno, coordinadora de Ginecología y Obstetricia del Hospital Vithas Granada. En este sentido, agrega la experta, “detectar y corregir el déficit de vitamina D ayuda a prevenir complicaciones como bajo peso al nacer, preeclampsia (una complicación grave del embarazo) o diabetes gestacional«.
Sobre cómo mantener unos niveles adecuados de esta sustancia, el nutricionista José Luis Esteller, de Vithas Almería, recuerda:
- 10 o 20 minutos de exposición solar directa dos o tres veces por semana suelen ser suficientes para sintetizar vitamina D. Eso sí, el experto aclara que factores como la edad, la latitud o el tono de piel influyen.
- Cuando la exposición solar es insuficiente, la dieta y la suplementación supervisada son claves. Fuentes como pescados grasos, huevos, lácteos fortificados y setas ayudan al enriquecimiento de este nutriente.
Por otro lado, desde Vithas Málaga se pone el foco en la relación entre la vitamina D y la salud cardiovascular. En este sentido, “hemos visto que su deficiencia está vinculada a factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes y la obesidad”, destaca Josefina Pinedo, jefa del Servicio de Cardiología del Hospital Vithas Málaga, quien, por tanto, insiste: “Mantener unos niveles adecuados contribuye a un mejor control de la presión arterial, ayuda a regular la inflamación y puede favorecer una función vascular más saludable”.
En qué casos es necesaria la suplementación de vitamina D

(Foto: Shutterstock)
Eso sí, el consumo indiscriminado de suplementos de vitamina D sin control médico puede provocar toxicidad, hipercalcemia, daño renal irreversible y depósitos de calcio en los vasos sanguíneos y el corazón. Desde el Ministerio de Sanidad advierten que, “aunque la vitamina D cumple una función esencial en el metabolismo óseo y en la regulación del calcio, su uso debe ajustarse a criterios clínicos bien fundamentados, con el fin de evitar intervenciones ineficaces o potencialmente perjudiciales”.
Por ello, la medición de los niveles de vitamina D será razonable en aquellos grupos de pacientes con alto riesgo de déficit:
- Pacientes hospitalizados.
- Ancianos institucionalizados (con riesgo de caídas y fracturas).
- Personas con inmovilización prolongada.
- Pacientes con enfermedades crónicas que interfieren en su metabolismo (insuficiencia renal o hepática grave, enfermedad inflamatoria intestinal, cirugía bariátrica o malabsorciones).
- Aquellos con toman medicamentos que interfieren en su absorción o activación (glucocorticoides, anticonvulsivantes).
- Personas con sospecha de intoxicación por hipervitaminosis D.
Fuente: cuidate plus