El autor analiza los discursos fantasmales con los cuales son interpelados algunos cuerpos en la sociedad actual. 

POR AGUSTÍN LIARTE TILOCA

El 9 de octubre de 2021, una chica fue «invitada» a retirarse de un boliche en la capital cordobesa. ¿El motivo? Empleados del lugar le dijeron que «ocupaba mucho espacio». El acontecimiento ganó relevancia mediática gracias a denuncias y al enojo colectivo. El siguiente fin de semana se organizó una protesta en las afueras del local. Con la consigna «Ninguna agresión sin respuesta», se denunciaron las discriminaciones sistemáticas que sufrimos las personas gordas.

Lejos de tratarse de un hecho aislado, este caso se enmarca en procesos culturales que normalizan la delgadez, equiparándola con características consideradas positivas. Como contrapartida, a las personas gordas se nos recuerda que nuestras vidas no importan, y somos castigadas por desear vivirlas. De manera constante, recibimos comentarios no solicitados que se arrojan autoridad para opinar sobre cuerpos ajenos.

En la sociedad que habitamos, ser gorde es algo que no pasa desapercibido. Para muchas personas representa una pesadilla latente, generando un pánico moral ante la posibilidad de aumentar kilos y ensanchar siluetas. La categoría «obesidad» formula un estigma que patologiza nuestras existencias, al mismo tiempo que adosa toda culpa sobre la persona aislándola de su contexto. El sistema médico hegemónico sostiene discursos y prácticas gordo-odiantes que reducen la gordura a un padecer.

En lo cotidiano, las personas gordas somos interpeladas por discursos fantasmales que producen efectos concretos sobre nuestras vidas: feas desde lo estético, despreciadas desde lo erótico, enfermas desde lo sanitario, sucias desde lo higiénico.

No encontrar ropa es solo uno de los obstáculos que enfrentamos, mientras somos etiquetadas como personas sin valor social y caemos bajo rúbricas moralizantes de lo que nadie desea. Hagamos el ejercicio de analizar los imaginarios que surgen cuando pensamos en corporalidades gordas, y los lugares que ocupan personajes gordos en producciones audiovisuales.

En un mundo donde el amor propio no alcanza, buscamos cuestionar el gordo-odio que marca nuestras carnes. Desde trazos locales, nos encontramos con espacios cordobeses que apuntaron a gestar encuentros sobre un paradigma activista por la diversidad corporal. Creado en 2016, el Club de Gordxs fue un abrigo para visibilizar las propias existencias, participando en distintas acciones públicas. El podcast Gordas en la pecera surgió como proyecto radial en tiempos pandémicos, reuniendo valiosas historias de activistas gordes. En 2021 comenzó a organizarse la Feria Bigger dedicada a la venta de indumentaria confeccionada para cuerpos grandes.

Desde estas experiencias -entre otras- construimos redes de compañía junto a personas que atienden el carácter urgente por exponer las opresiones corporales. Como el elefante en el cuento de Elsa Bornemann, buscamos expresar ideas tan grandes como nuestros cuerpos. Ocupar espacios devino en una forma de protesta política ante las «invitaciones» a retirarnos. Reivindicamos nuestro derecho a nombrarnos como personas gordas, y transformar realidades que nos quitan vida. Frente al odio, respondemos con la potencia de lo colectivo.

Agustín Liarte Tiloca, Lic. en Antropología y docente en la Facultad de Psicología e investigador del centro “María Saleme de Burnichon” en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

Fuente: Télam