Clonazepam es una benzodiacepina que tiene efectos ansiolíticos, actúa como relajante muscular y puede emplearse para el insomnio. Por su acción anticonvulsivante se receta a menudo para tratar la epilepsia.

Representación de la actividad eléctrica cerebral

El fármaco clonazepam pertenece a la familia de las benzodiacepinas y, como tal, además de requerir siempre receta médica, está sometido a un especial control por el riesgo de adicción. Los expertos consultados por CuídatePlus recalcan que, siempre que se tome bajo prescripción y se sigan las recomendaciones de uso, es eficaz, seguro y se tolera bien.

¿Para qué sirve el clonazepam?

El mecanismo de acción de las benzodiacepinas, que reduce la actividad eléctrica de las neuronas en el cerebro, proporciona diversas posibilidades terapéuticas. Al igual que otros fármacos de este grupo, clonazepam tiene un efecto ansiolítico, sedante y relajante muscular. Además, se usa habitualmente en niños y adultos que padecen distintos tipos de epilepsia por su acción anticonvulsivante.

“La ventaja que tiene el clonazepam respecto a otras benzodiacepinas es que tiene una vida media más larga”, explica Adrián Valls, coordinador del Grupo de Estudio de Neurofarmacología de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Por eso genera una menor adicción pero, en contrapartida, quien lo consume nota menos los efectos. De ahí que, según este neurólogo, sus efectos frente al insomnio sean menos intensos que los de otros fármacos de la misma familia. “No es una buena benzodiacepina para dormir porque no induce bien el sueño”, precisa.

Probablemente, agrega el especialista, “se usa más para tratar la ansiedad que para el tratamiento de la epilepsia”.

¿Cómo hay que tomarlo?

Según señala Pablo Caballero, farmacéutico del área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, clonazepam se administra generalmente por vía oral y se puede tomar tanto en ayunas como con alimentos, ya que no afecta a su absorción ni se relaciona con molestias gastrointestinales. Lo que sí es importante es “iniciar el tratamiento con la dosis más baja para ir habituando al paciente y poder determinar cuál es la dosis más eficaz”.

En adultos, la dosis inicial no debe superar los 1,5 mg/día, divididos en tres tomas. En el tratamiento de la epilepsia, esta dosis se puede aumentar en 0,5 mg cada 3 días hasta que las convulsiones estén bien controladas o los efectos secundarios impidan seguir aumentando la dosis. La dosis de mantenimiento debe ajustarse para cada paciente y suele ser suficiente con 3-6 mg diarios. Nunca debe superarse la dosis máxima de 20 mg diarios. 

En niños de menores de 10 años de edad (o hasta 30 kilogramos de peso), la dosis inicial es de 0,01-0,03 mg/kg/día, divididos en dos o tres tomas. Se puede aumentar la cantidad 0,25-0,5 mg cada 3 días, hasta que las convulsiones estén bien controladas o los efectos secundarios impidan seguir aumentando la dosis. La dosis de mantenimiento es de 0,1 mg/kg/día y nunca debe superarse la cantidad máxima de 0,2 mg/kg/día.

Entre los 10 y los 16 años, la dosis inicial es de 1-1,5 mg/día, divididos en dos o tres tomas. Se puede aumentar en 0,25-0,5 mg cada 3 días hasta que se alcance la dosis de mantenimiento, que generalmente se sitúa en 3-6 mg/día.

El farmacéutico indica que existen “presentaciones en gotas para niños, que se pueden mezclar con un poco de agua o de zumo, y siempre se recomienda administrarlo con cuchara para asegurar que se tome adecuadamente”.

Efectos adversos y contraindicaciones del clonazepam

El efecto adverso más relevante y frecuente del clonazepam es la sedación. También puede producir, de forma menos habitual, alteraciones cognitivas, somnolencia, ataxia, alteraciones de personalidad y del comportamiento, hiperactividad, inquietud, agresividad, reacciones psicóticas, hipersalivación, leucocitopenia, exacerbación de las crisis epilépticas y síntomas de abstinencia.

“Sus efectos secundarios están relacionados con el sistema nervioso central: somnolencia, desorientación, cansancio, menor concentración…”, resume Caballero, quien indica que, en términos generales, el clonazepam “se tolera muy bien y no suele provocar ni molestias gastrointestinales ni dolor de cabeza”. 

Valls alerta del riesgo de dependencia del clonazepam, común al resto de las benzodiacepinas, principalmente cuando se toma el medicamento de forma continua durante largo tiempo. Para prevenir este peligro deben tenerse en cuenta las siguientes precauciones:

  • Tomar benzodiacepinas exclusivamente con receta médica.
     
  • No aumentar bajo ningún concepto las dosis prescritas por el médico ni prolongar el tratamiento más allá del tiempo pautado.
     
  • Consultar al médico regularmente para que decida si es preciso continuar el tratamiento o interrumpirlo.

En algunos casos, el clonazepam puede causar reacciones alérgicas, como cualquier otro medicamento. No se han apreciado contraindicaciones especialmente significativas con otros fármacos. No obstante, “se ha visto que la combinación con ácido valproico, que es otro anticonvulsivante, se puede asociar, precisamente, a algún tipo de epilepsia”, advierte el farmacéutico.

Clonazepam y alcohol

Al igual que sucede con el resto de las benzodiacepinas, está totalmente contraindicada la ingesta conjunta de clonazepam y alcohol. Según se recoge en el prospecto de este fármaco, el alcohol puede modificar sus efectos disminuyendo la eficacia del tratamiento o produciendo efectos adversos no previstos.

Las benzodiacepinas producen alteraciones en la respiración, fundamentalmente debido a que relajan la musculatura, y este efecto se potencia cuando se toma alcohol.

¿Es seguro en el embarazo?

En principio, no se recomienda la administración de benzodiacepinas durante el embarazo por los problemas que pueden causar en el feto. No obstante, será el médico el que decida que hay que hacer en cada paciente concreta. Por ejemplo, podría darse el caso de que, en determinadas epilepsias, el riesgo asociado a sufrir una crisis sea superior al peligro de continuar el tratamiento. En ese supuesto, el médico de familia o el neurólogo que siga a la paciente optaría por usar la dosis más baja posible.

Fuente: Cuidate plus