La enfermedad silenciosa de las encías
Gingivitis: ¿cómo se trata?
La gingivitis se caracteriza por la inflamación de las encías debido a la acumulación de placa bacteriana. Detectarla a tiempo es esencial pues, de lo contrario, puede derivar en una periodontitis, una enfermedad ya irreversible


- Olalla Argibay
- SEPA

- Jerián González
- SEPA
La gingivitis representa una de las afecciones bucales más comunes en la población general. Se trata de una inflamación de las encías causada, en la mayoría de los casos, por la acumulación de placa bacteriana en el margen gingival. Aunque se considera una forma leve de enfermedad periodontal, su relevancia clínica no debe subestimarse: si no se diagnostica y trata a tiempo, puede evolucionar hacia una periodontitis, una patología irreversible que conlleva la destrucción del tejido que sostiene los dientes, llegando incluso a provocar su pérdida.
Comprender qué es la gingivitis, cómo se manifiesta, y sobre todo, cómo se trata de forma eficaz, resulta esencial para mantener la salud de las encías y prevenir complicaciones mayores. En este contexto, la prevención y el tratamiento precoz se convierten en pilares fundamentales de la salud bucodental.
¿Qué ocurre en las encías cuando aparece gingivitis?
La gingivitis comienza con una alteración del equilibrio de la microbiota oral. En condiciones normales, la boca alberga una compleja comunidad de bacterias que conviven en armonía con el huésped. Sin embargo, cuando no se elimina adecuadamente la placa dental —una película pegajosa compuesta por bacterias, restos alimenticios y saliva— esta se acumula sobre los dientes y cerca del margen gingival. Con el tiempo, las bacterias patógenas proliferan y desencadenan una respuesta inflamatoria del sistema inmune, dando lugar a los primeros signos clínicos de la gingivitis: encías enrojecidas, inflamadas y propensas al sangrado, especialmente durante el cepillado o el uso del hilo dental.
Este proceso inflamatorio, aunque reversible, puede permanecer silente durante semanas o meses si no se detecta a tiempo, ya que en sus fases iniciales no suele provocar dolor. Precisamente por ello, la gingivitis se considera una enfermedad silenciosa, pero potencialmente peligrosa. Si la placa no se elimina con una higiene bucal adecuada, puede mineralizarse y transformarse en sarro o cálculo dental, lo que hace más difícil su remoción y agrava la inflamación.
¿Cómo se trata la gingivitis?
El objetivo principal del tratamiento de la gingivitis es interrumpir el proceso inflamatorio mediante la eliminación eficaz de la placa bacteriana y del sarro acumulado. Esto requiere una combinación de medidas profesionales y cuidados diarios por parte del paciente.
La primera fase del tratamiento debe realizarse en la consulta dental. Consiste en una limpieza mecánica profesional o profilaxis, que incluye el uso de instrumentos manuales y ultrasónicos para eliminar los depósitos de placa y cálculo adheridos a la superficie dental y al borde de las encías. Este procedimiento permite reducir la carga bacteriana y crea las condiciones necesarias para que el tejido gingival sane.
En casos donde la gingivitis ha persistido durante mucho tiempo o cuando existe una gran acumulación de sarro subgingival (debajo de la encía), puede ser necesario realizar un procedimiento más profundo conocido como “raspado y alisado radicular”. Este tratamiento consiste en eliminar los depósitos bacterianos y toxinas presentes debajo de la línea de la encía, así como en suavizar las raíces dentales para dificultar la readhesión de bacterias. Aunque este procedimiento se utiliza con mayor frecuencia en pacientes con periodontitis, también puede estar indicado en formas severas o crónicas de gingivitis.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que existen factores individuales que pueden agravar o dificultar la resolución de la gingivitis, incluso en presencia de buena higiene. Alteraciones hormonales (como las que ocurren durante el embarazo o la pubertad), enfermedades sistémicas (como la diabetes mellitus), el tabaquismo o ciertos medicamentos (como los inmunosupresores o anticonvulsivos) pueden modificar la respuesta de las encías a la placa bacteriana. En estos casos, el tratamiento debe adaptarse a las condiciones del paciente y puede requerir un seguimiento más estrecho.
La importancia del autocuidado diario
Una vez realizado el tratamiento profesional, la participación activa del paciente es fundamental para evitar la reaparición de la enfermedad. El éxito a largo plazo depende en gran medida de la instauración de unos hábitos de higiene bucodental adecuados y sostenidos en el tiempo.
El cepillado dental debe realizarse al menos dos veces al día, con un cepillo de cerdas suaves y una técnica correcta que permita alcanzar todas las superficies de los dientes, especialmente el margen gingival. El uso de una pasta dental con flúor ayuda a prevenir la aparición de caries, que a menudo puede coexistir con la gingivitis, especialmente en personas con una higiene oral deficiente.
La higiene interdental —ya sea mediante el uso de hilo dental, cepillos interproximales o irrigadores bucales— es igualmente crucial. Numerosos estudios han demostrado que la mayor parte de la inflamación gingival se localiza en las zonas donde no llega el cepillo, como los espacios entre dientes. La omisión sistemática de esta limpieza favorece la acumulación de placa y perpetúa el proceso inflamatorio.
En algunos casos, el odontólogo puede recomendar el uso de colutorios antisépticos como la clorhexidina, un agente antimicrobiano con eficacia demostrada en la reducción de la placa y la inflamación gingival. No obstante, su uso debe ser temporal y supervisado, ya que puede provocar efectos secundarios como tinción de los dientes o alteración del gusto si se emplea de forma prolongada.
La educación para la salud es otra herramienta indispensable. Explicar al paciente qué es la gingivitis, cómo se desarrolla y cómo puede prevenirse, mejora su implicación en el tratamiento y potencia los resultados a largo plazo. Como muestran diversos estudios en periodoncia, los programas de instrucción en técnicas de higiene bucal y la motivación periódica del paciente se asocian con una menor recurrencia de la gingivitis y una mejor salud periodontal.
La visita periódica al dentista: prevención y control a largo plazo

Una de las estrategias más eficaces para evitar que la gingivitis reaparezca o evolucione hacia una periodontitis es el mantenimiento regular en la consulta dental. La frecuencia de las visitas puede variar en función del riesgo individual del paciente, pero como regla general se recomienda acudir al dentista al menos una vez al año, y en algunos casos cada seis meses.
Durante estas visitas, el profesional puede realizar limpiezas periódicas, valorar la eficacia de la higiene oral, detectar zonas de inflamación incipiente y corregir factores que dificulten el control de la placa, como empastes o fundas defectuosas o malposiciones dentarias. La atención temprana a estos detalles es fundamental para mantener la salud periodontal.
En conclusión, la gingivitis es una enfermedad frecuente, pero completamente prevenible y reversible. Ignorar sus primeros signos, como el sangrado al cepillarse, puede tener consecuencias serias para la salud de las encías y los dientes. Su tratamiento no solo alivia los síntomas locales, sino que también puede tener beneficios para la salud general, dado que la inflamación crónica de origen periodontal se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades sistémicas como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
Por eso, promover el diagnóstico precoz, los tratamientos adecuados y una educación sanitaria continua es fundamental. Cuidar de las encías no es solo una cuestión de sonrisa: es una inversión en bienestar general.