Los avances en tratamientos que dan esperanza para 10 enfermedades

Cuáles son los tratamientos que pueden cambiar la historia contra patologías como el melanoma, cáncer de colon y de páncreas, psoriasis y asma, entre otras.

“Bienvenidos a 2020, la década de la eliminación de enfermedades”, auguraba la OMS en diciembre de 2019. ¿Ocurre? Hay pasos, no definitivos, pero sí muy auspiciosos en el sendero de tratar y -según el caso- curar algunas de las más difíciles patologías. Desde melanoma y cáncer de colon hasta psoriasisasma y el abrumador cáncer de páncreas.

Algunas aclaraciones. Primero: lo que sigue es una selección de 10 enfermedades (psoriasis, asma severo, melanoma, cáncer de páncreas, cerebral y también de pulmón, hepático, gástrico, renal y colorrectal), pero no deja de ser un recorte que no agota los avances de las últimas décadas.

Segundo: no se puede confirmar que estos trabajos deriven en soluciones definitivas o que sirvan para todos. Mucho menos, que en Argentina podamos acceder a ellas. Sin embargo, al ser desarrollos para aplacar enfermedades o muy frecuentes o demasiado obstaculizantes o, en cambio, violentas, vale la pena comentarlos.

Tercero: en el backstage de esta nota asesoraron fuentes dedicadas a algún tramo del largo puente que va de la ciencia básica a la industria farmacéutica.

Son Susana Baldini, directora médica de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME); Gustavo Sevlever, director de Docencia e Investigación de FLENI, y los investigadores del Conicet Jorge Geffner (Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA), Gabriel Rabinovich (Instituto de Biología y Medicina Experimental) y Carlos Davio (Instituto de Investigaciones Farmacológicas).

Cambio de paradigma en salud

Nos acostumbramos a la idea de que existe un medicamento “salvador” para cada enfermedad, y que a cada afección le toca un órgano o función deficiente. Sin embargo, las enfermedades y los remedios para curarlas se vienen pensando de un modo mucho más amplio y flexible.

Un ejemplo (no nuevo) es el Alzheimer, cuyo abordaje (si la detección es temprana) se piensa de modo integral.  «Multicéntrico”, dicen los expertos, ya que arranca con vida saludable y, llegado el momento, se suma alguna droga que demore la neurodegeneración.

Pero si se está hablando de cambio de paradigma es porque, además de ese criterio “integral”, muchos tratamientos se basan en la estrategia de robustecer al sistema inmune, antes que arrancar debilitando al enemigo. En ciertos casos, ese fortalecimiento, además, se diseña a la medida del paciente.

La impronta de las células CAR-T

Las células CAR-T son una propuesta terapéutica personalizada que viene dando buenos resultados en pacientes con linfomas y leucemias. Aunque el abordaje de tumores sólidos es por ahora inicial, hay ensayos prometedores en el abordaje de neuroblastomas, o sea, en ciertos tumores cerebrales.

El uso de CAR-T implica una suerte de autotrasplante de células del sistema inmune.

Mediante la toma de una muestra grande de sangre, los expertos purifican las células inmunitarias «T» y las modifican para que “aprendan” a dirigir sus esfuerzos al blanco tumoral. Todo ocurre por ingeniería genética, a través de unos receptores que se introducen in vitro en las células seleccionadas.

Pasadas por ese «gimnasio», el ejército celular se reintroduce en el cuerpo del paciente y batalla el tumor.

Dos datos más: 1) CAR es una sigla que significa “receptores antigénicos quiméricos”. 2) Hay algunos temitas de toxicidad pendientes de resolución. Y, además, al ser personalizado, no se puede omitir que se trata de un tratamiento sumamente costoso. 

Cáncer cerebral

Sin embargo, viene funcionando tan bien en desórdenes oncohematológicos (hay datos de remisión total en el 60% de pacientes con leucemia linfocítica aguda), que hay mucha esperanza en la técnica. 

Uno de los trabajos más recientes apenas pasó la fase 1, pero para los consultados dice bastante. Se publicó el 15 de mayo en Nature y está firmado por científicos del Centro de Terapia Celular y Génica, Baylor College of Medicine de Texas (Estados Unidos).

Evaluaron a 12 chicos con neuroblastoma. El estudio mostró “seguridad”, lo que no es menor. En cuanto a la eficacia, reveló resultados tibios, pero mucha claridad respecto de cómo mejorar el procedimiento.

De ahí que el paper diga que estas células “son seguras y pueden mediar respuestas objetivas en pacientes con neuroblastoma. Además, su actividad antitumoral puede mejorarse al dirigirse a BTG1”.

El tema está “verde”, pero a fines de abril, la misma revista resumió el tema en una nota elocuente firmada por Karen O’Leary, editora especializada en Medicina de esa publicación, cuyo título fue “Las células CAR T prometen frente al neuroblastoma”.

Inmunoterapias: la gran llave

Para algunos, este no es el futuro de la medicina sino (ya) su presente más auspicioso: los medicamentos basados en proteínas del sistema inmune que se desarrollan en el laboratorio. Es decir, los famosos anticuerpos monoclonales.

Están en marcha estudios variados, pero en la ronda de consultas se destacaron tres grupos de enfermedades que (en distinta medida) vienen con “pulgar para arriba”: asma severo, psoriasis y varios tipos de cáncer.

¿Nivel de éxito? Variado, en especial en cáncer. Hay casos de cura y otros que se limitan a una dilatación (tampoco menor) del avance de la enfermedad.

Si bien no todos los pacientes son candidatos para usar estos anticuerpos (del 15% al 30% pasa con éxito una prueba protocolar de susceptibilidad al tratamiento), se estima que en cinco o seis años la mitad de los pacientes sea «elegible».

Cáncer de pulmón, urinario y digestivo

¿Qué son los anticuerpos monoclonales? Los científicos entendieron nuestras propias células inmunológicas tienen moléculas que “adormecen” la propia respuesta inmune, lo que tira para abajo la batalla del cuerpo contra cualquier patógeno o tumor.

Tras el hallazgo que les valió el Premio Nobel de Medicina a James P. Allison y Tasuku Honjo, en 2018, hoy se entiende que la clave está en PD-1, PD-L1 y CTLA-4, moléculas que en una situación normal tenderían a restaurar el equilibrio inmunitario, pero que frente a un tumor terminan teniendo una función perjudicial.

¿La clave? Desactivarlas o «apagarlas».

En distintos estudios ya se vieron resultados positivos para varios tipos de cáncer. Entre otros, de pulmón, hepático, gástrico, renal, colorrectal y también en melanoma (o cáncer de piel).

Psoriasis y asma severo

La misma técnica (los anticuerpos monoclonales para bloquear nuestro propio mecanismo de “frenado” del sistema inmune) se está usando contra la psoriasis y los cuadros severos de asma. Al haber casos de remisión total (pacientes que viven años sin medicación), hay quienes hablan de un antes y un después.

En asma, los anticuerpos monoclonales van dirigidos contra otros anticuerpos, llamados IgE, considerados «mediadores» de los procesos alérgicos. Al bajar la concentración de IgE, disminuye el cuadro sintomático.

En cuanto a la psoriasis (un tipo de enfermedad autoinmune), el blanco son dos proteínas: las citoquinas IL17A e IL23, que son las encargadas de promover el desarrollo de las características lesiones que involucra esta tediosa patología.

Cáncer de páncreas: una leve luz asoma

“El adenocarcinoma ductal pancreático (PDAC) es letal en el 88% de los pacientes, pero alberga neoantígenos de células T derivados de mutaciones que son adecuados para las vacunas”. Con esta dura pero esperanzadora frase arranca un paper publicado en mayo en Nature, titulado “Personalized RNA neoantigen vaccines stimulate T cells in pancreatic cancer”, de investigadores del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, Estados Unidos.

Por su violencia, amerita dejarle al cáncer de páncreas un apartado propio: solo el 12% de los pacientes tiene una sobrevivida de 5 años. Y cuando muchos médicos se preguntaban por qué la enfermedad no responde a los anticuerpos monoclonales, científicos neoyorquinos ensayaron una vacuna personalizada en base a ARNm, la misma ingeniería novedosa de las vacunas de Pfizer y Moderna contra el Covid.

Medicina personalizada

El éxito de esos productos impulsaron el plan: extirpar los tumores de 16 pacientes, analizar sus mutaciones y diseñar vacunas personalizadas, que codificaran 20 antígenos por paciente

Tenemos asociado “vacunar” a “prevenir”, pero en realidad es despertar en el cuerpo una respuesta inmune contra algún agente dañino.

Y es eso lo que lograron. La mitad de los pacientes mostró un desarrollo de células inmunológicas T para más de un antígeno tumoral; la otra mitad, a solo un antígeno.

En el primer grupo no hubo recurrencia de la enfermedad hasta los 18 meses posteriores a la cirugía. En el segundo grupo, no la hubo hasta 13,4 meses después.

Es un tratamiento carísimo, inaccesible, sí. Y por ahora parece una propuesta imposible de escalar. Pero científicamente es un casillero menos. Una abertura en un muro donde antes no había nada.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/salud-viene-avances-tratamientos-dan-esperanza-10-enfermedades_0_NKsE33kqnk.html