Luchar contra los pensamientos intrusivos
Es como querer dormir cuando tienes un problema”
Los pensamientos intrusivos son muy habituales y, en la mayoría de los casos, inofensivos. Pero en algunos casos se convierten en un auténtico infierno. El psicólogo Raúl Carrera explica en qué consisten, qué personas son más propensas y cuándo hay que empezar a preocuparse.

“No pienses en un elefante rosa”. Basta que alguien te diga esta frase para que no puedas quitarte de la cabeza al pintoresco animal. Se ha convertido en una imagen intrusiva que te va a acompañar durante un rato. Es algo normal y no tienes que preocuparte. Sin embargo, hay algunos pensamientos e imágenes que sí pueden ser motivo de alarma. El psicólogo Raúl Carrera, fundador y CEO de Orientación Psicológica, ha explicado a CuídatePlus qué son los pensamientos e imágenes intrusivas y cuándo se convierten en un problema.
La definición general no presupone la existencia de ninguna patología. “Se trata de imágenes, frases o palabras que aparecen de forma inesperada”, señala Carrera. “No siempre causan malestar, sino que depende de la interpretación que uno haga de esos pensamientos”.
Son muy frecuentes, “sobre todo cuando se refieren a temas inconclusos o no acabados”, agrega. Por ejemplo, “una tarea no finalizada, un informe por entregar, una discusión que ha de resolverse o una tarea que todavía no se ha acabado pero que genera cierto malestar”.
Son más habituales ante situaciones de ansiedad o estrés, en las que “es más difícil llevar a cabo un control cognitivo respecto a lo que queremos hacer o guiar el contenido de nuestros pensamientos, por lo que los pensamientos del malestar que sentimos se acentúan como consecuencia del estado de alerta en el que nos posiciona la ansiedad”.
Personas más propensas
Prácticamente todo el mundo tiene pensamientos intrusivos en algún momento, pero hay perfiles de personas más propensas. Estos serían sus rasgos de personalidad más destacados:
- Personas obsesivas o rumiativas.
- Quienes han padecido alguna situación traumática.
- Aquellos que tienen algún tipo de miedo o las denominadas fobias de impulsión (“miedo a realizar una acción no deseada, como es la de tener miedo a llegar a ahogar a un recién nacido o el miedo a saltar del balcón, aunque en ninguna de las situaciones quieras hacerlo”).
- Personas más neuróticas, en el sentido de mostrar una mayor inestabilidad emocional.
- Individuos con baja autoestima, que tienden a tener “más pensamientos intrusivos en los que se descalifican, se juzgan y autoboicotean sus estrategias de afrontamiento para hacer frente a los miedos que tienen”.
Relación con la enfermedad mental
Los trastornos psiquiátricos más vinculados a la aparición de pensamientos intrusivos son los siguientes:
- Trastorno de estrés postraumático.
- Trastorno obsesivo compulsivo.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
- Fobias.
- Ansiedad social.
- Trastorno depresivo.
- Trastornos de personalidad (narcisista, histriónico, antisocial, límite, paranoide, esquizoide, esquizotípico, evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo).
Contenidos más habituales

(Imagen: Shutterstock)
En lo que se refiere al contenido de los pensamientos intrusivos, el psicólogo indica que puede ser muy diverso, ya que “depende de la temática de la fobia o del malestar que lo esté causando”. Así, una persona con rasgos pedófilos “tendrá pensamientos intrusivos respecto a abusar de un menor, independientemente de que lo haya hecho antes o no”. Del mismo modo, una persona “con trastorno antisocial de la personalidad, que tiene un perfil que le lleva a vulnerar los derechos de los demás, tendrá pensamientos intrusivos respecto a hacer daño a otra persona o cometer alguna imprudencia, independientemente de si finalmente lo va a acometer o no”.
Cuándo debes preocuparte y buscar ayuda
En resumen, aunque los pensamientos intrusivos son más habituales en quienes presentan ciertos rasgos de personalidad o trastornos mentales, pueden afectar a cualquier persona. Por lo general, no resultan excesivamente molestos, pero llega un momento en el que hay que empezar a preocuparse. Carrera ofrece la clave: “Cuando estos pensamientos empiezan a afectar nuestro día a día, en las relaciones de pareja, en nuestros vínculos, en el desarrollo profesional o laboral…”.
También cuando “acrecientan los síntomas ansiosos o hacen que aumente el malestar propio que ya tenemos”. En esos casos, apostilla Carrera, “es recomendable pedir ayuda a un terapeuta que tenga formación y experiencia en tratar estos pensamientos intrusivos”.
Existen técnicas especialmente indicadas para controlar estos pensamientos. En opinión del terapeuta, la más recomendable es el mindfulness, que no tiene como objetivo “relajar la mente, sino todo lo contrario: llevar a cabo una atención plena a la tarea que estés realizando (un informe, preparar el desayuno, ducharte…), sin juzgar la forma en que la que lo haces y dejando pasar se forma amable todos aquellos pensamientos que aparezcan”.
En definitiva, no se puede evitar la aparición de pensamientos intrusivos o rumiativos, pero sí es posible “elegir la forma en la que nos vinculamos con ellos”. En este sentido, obsesionarse en eliminarlos puede resultar contraproducente. Así lo expone el psicólogo: “Luchar contra ellos tiene el mismo efecto que cuando queremos dormir y nos repetimos muchas veces: ‘duérmete, duérmete’”. Es algo tan inútil como pretender que los problemas pueden dejar de existir si no los vemos. “Se trata de afrontar estos pensamientos intrusivos, pero de una forma sana y, cuando sea necesario, con el apoyo de un profesional”.