¿Por qué pedimos comida cuando estamos bajoneados?
Burger and fries. Sad and lonely blonde-haired young woman eating burger and French fries in the bed
Cansancio, apatía, mal tiempo, compartirlo con amigos… son algunas de las razones por las que pedimos comida a domicilio. ¿Qué necesidad emocional cubre esa compra? Descubre si lo haces buscando consuelo, descanso u ocio.

Muchas veces pedimos comida a domicilio por falta de tiempo, otras por pereza, otras por qué para qué salir cuando hace frío o llueve; y otras para disfrutar de alguna comida que no pedimos habitualmente aprovechando que vienen unos amigos.
No obstante, y aunque nos cueste reconocerlo, a veces cuando estamos de bajón también recurrimos a la comida. Según datos de la Encuesta 2025 sobre hábitos de consumo y movilidad en España, de Uber Eats, un 23% de los encuestados afirma que pedir comida a domicilio les hace sentir felices cuando atraviesan un día triste, mientras que un 52% recurre a este servicio tras una jornada agotadora, cuando no tienen energía para cocinar.
Comienza a llamarse delivery emocional. No está de más recordar que los alimentos no son malos ni buenos, lo que importa es cómo nos relacionamos con la comida. En ese sentido, Paula Arrogante Bautista, Psicóloga sanitaria experta en trastornos de la alimentación en el centro Psikigai Psicología, de Leganés, explica a CuídatePlus: “Lo que suele pasar en días de bajón es que buscamos alivio rápido y es más probable que elija comida que me dé placer en el momento. A día de hoy vivimos en esa sociedad inmediata. No hay alimentos malos, sino que la comida basura genera una sensación rápida de recompensa. Lo importante no es lo que pido, sino desde dónde lo pido, y qué función tiene en ese momento esa comida”.

Hambre emocional
Lo que hay que tratar de identificar es por qué hemos pedido esa comida. ¿Para desconectar? ¿Por impulso? “A veces pedir comida no responde a un hambre fisiológica, sino a un hambre emocional. Cuando siento tristeza o estrés puedo buscar refugio en algo que me dé consuelo inmediato. En ese momento, la comida cumple una función emocional más que nutricional, como también se explica cuando entendemos que la nutrición no es solo física, sino también mental y social”, apunta Arrogante.
El hecho de que exista la comida a domicilio hace que tengamos acceso casi inmediato a cualquier tipo de comida. Esto no significa que el acceso sea negativo, sino que puede serlo el uso que hago de este servicio “cuando no tengo otras herramientas para regularme”, explica Arrogante.
Estrategias para pedir con salud
Tener el móvil a mano permite acceder a la comida de manera muy rápida. Y al ser un recurso fácil puede convertirse en una estrategia de regulación emocional. Arrogante nos propone varias estrategias para reconocer por qué queremos pedir determinada cosa y si obedece a esa necesidad de regulación. Si eso ocurre podemos:
- Realizar una pausa consciente y preguntarnos. ¿Tengo hambre físico o emocional? ¿Qué necesidad está cumpliendo esta comida ahora mismo? ¿Estoy buscando consuelo, o quizás descanso?
- No pedir desde la culpa si no desde el cuidado, pensando en comida que en ese momento nos pueda sentar bien físicamente.
- Cuando la comida sea la única herramienta inmediata, hacer lo posible para compartir ese momento con alguien y disfrutarlo también a nivel social.
- Y, por supuesto, buscar alternativas para recurrir a la comida siempre que aparezca la necesidad, como salir en ese impulso a caminar.
Se trata de entender que pedir comida a domicilio puede ser saludable si no lo hacemos desde la huída y la integramos sin culpa en nuestro día a día. Arrogante añade que “el problema son los mensajes negativos que hacemos cuando comemos, como “no me va a sentar bien” o “voy a engordar”. La manera de utilizarlo es poner estos alimentos en un lugar sano”.
Como forma de ocio
No obstante, no todo es un problema. Muchas veces solo pedimos comida a domicilio porque estamos cansados o por compartirlo con otros. “Comer también es ocio, comodidad y placer social, no solo nutrición orgánica. Comemos según placer, apetencias y contexto, no solo por necesidades fisiológicas. La comida a domicilio puede convertirse en una dificultad solo cuando la comida es el único recurso que tengo para regularme o sentir bienestar y me genera alivio cuando pido por impulso esa comida”.