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Que tu hijo ronque o respire por la boca no es ninguna tontería (y te contamos por qué)

Las infecciones de oído, nariz y garganta son las afecciones más frecuentes en la infancia y pueden afectar también la salud bucodental. Detectarlas a tiempo es fundamental para prevenir consecuencias más graves en la etapa adulta. 

un niño se tapa la boca
  1. Alicia Cruz Acal

Dos caras de la misma moneda. Las enfermedades infecciosas relacionadas con la nariz, el oído o la laringe son las más comunes de la infancia y tienen una relación bidireccional con la salud bucodental. La insuficiencia respiratoria nasal, por ejemplo, puede causar alteraciones en el desarrollo craneofacial, mientras que una incorrecta alineación de los dientes puede asociarse con una otitis

Por ello, la colaboración entre ambas especialidades resulta fundamental. Con el objetivo de promoverla, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y Moonz, marca especializada en ortodoncia infantil, han lanzado una guía para padres, con el fin también de recordar la importancia de la detección temprana de todas estas patologías

Durante la presentación de la misma, Javier Girón de Velasco, presidente de la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) y director general de Moonz, ha explicado que la ortodoncia se divide en dos fases: la ortopédica y la ortodóntica. La primera, que corresponde a la infancia, es la de “mayor influencia”, pues es cuando “tenemos cierta capacidad de acción sobre los huesos, que, cuanto más blanditos estén, mejor”. En este sentido, ha insistido, “acudir al ortodoncista durante la infancia y adolescencia es fundamental para la detección precoz de desajustes en el crecimiento óseo y, consecuentemente, para la implementación temprana de tratamientos adecuados, pudiendo evitar complicaciones de crecimiento, aprendizaje y calidad de vida en la edad adulta”. 

Por su parte, Cristóbal Langdon Montero, presidente de la Comisión de ORL pediátrica de la SEORL-CCC, ha señalado que enfermedades propias de la edad pediátrica y adolescentes, como las otitis medias, los trastornos respiratorios del sueño o la sinusitis se pueden deber a muchas causas, entre ellas, la obstrucción nasal: “Hay muchos niños que no respiran bien por la nariz y hasta que no están roncando, no nos damos cuenta”.

En este punto, ha continuado el experto, “existen malformaciones a nivel maxilar que van a perpetuar diferentes alteraciones, como trastornos del habla, que el niño tenga la amígdala muy grande o infecciones recurrentes”. De hecho, el pequeño que respira por la nariz tiene más riesgo de coger un virus por la garganta, ya que es en las vías naturales de la nariz donde están las defensas del cuerpo y “si el niño respira por la boca, no tiene estos filtros”. 

Los expertos han coincidido en que a día de hoy los procesos de expansión del maxilar ayudan mucho a corregir estos problemas, permitiendo aumentar la permeabilidad nasal hasta un 25%, mejorando el flujo de aire: “Si reducimos las amígdalas y mejoramos el paso de aire por la nariz, va a condicionar que se respire mejor por ahí”.  

una niña se cepilla los dientes

Existen malformaciones a nivel maxilar que van a perpetuar diferentes alteraciones, como trastornos del habla. (Foto: Shutterstock)

Señales de alerta para mandar al niño al otorrino

Un síntoma clave son los ronquidos. “El niño no puede roncar, no es como un adulto”, ha advertido Langdon. Sin embargo, un niño puede no roncar y aun así padecer una afección otorinolaringológica y dental, pasando desapercibidos otros síntomas. Los expertos reunidos han hecho mención a varios:

  • Mantener la boca abierta todo el tiempo
     
  • Tener muchos mocos. “Los niños sanos no tienen porqué tener mocos siempre”, ha afirmado el otorrinolaringólogo. 
     
  • No comer bien. Según Langdon, “muchos niños no comen bien no porque no quieran, es porque todo les sabe mal, a mucosidad. Por eso, es frecuente que después de arreglarles el tabique, empiecen a comer bien”. 
     
  • Salivar mucho
     
  • Sufrir ojeras. Las alteraciones del sueño impiden un descanso y una respiración adecuada. 
     
  • Pérdida de audición. La mucosidad en los oídos genera que los menores oigan un poco menos, como si estuvieran debajo del agua. 
     
  • Otitis frecuentes.  
     
  • Tener una voz ronca persistente y problemas para tragar. 
     
  •  Sufrir un retraso en el habla. 

Ante esto, cualquier cambio en la voz o audición debe ser evaluado por un especialista en otorrinolaringología pediátrica o infantil. La detección temprana de cualquiera de estas patologías es fundamental para prevenir consecuencias en la vida adulta. “Hay estudios que demuestran que los niños que tienen apnea, de mayor tienen más probabilidad de padecer problemas metabólicos, del control de azúcar, de ser hipertensos. El desarrollo neurocognitivo tampoco va a ser el adecuado debido a esos periodos de hipoxia (déficit de oxígeno)”, ha especificado Langdon.