¿Por qué una persona suspira con mucha frecuencia?

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Suspirar es una acción totalmente normal que contribuye a una buena respiración y que también se relaciona con la gestión de las emociones. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, hacerlo con demasiada frecuencia puede ser signo de que algo no va bien.

Hombre preocupado
  1. María Sánchez-Monge

Hay un gesto que repetimos infinidad de veces a lo largo del día sin apenas ser conscientes de ello: el suspiro. Según la definición de la RAE, constituye una “aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración, acompañada a veces de un gemido y que suele denotar pena, ansia o deseo”. Desde la perspectiva de la salud, conviene tener claro que no se trata de un fenómeno aleatorio, casual o sin significado. Todo lo contrario: suspirar cumple funciones tanto fisiológicas como psicológicas.

Empezando por las primeras, los suspiros se consideran un reflejo con un papel muy importante en la respiración y, en concreto, en el llenado pulmonar. Sirven para inflar los alvéolos, que son los pequeños sacos de los pulmones en los que se produce el intercambio de gases, permitiendo la entrada de oxígeno en el organismo y la expulsión del dióxido de carbono. En ocasiones, estos saquitos se colapsan, pero suspirar fomenta su desbloqueo. 

Un suspiro es una respiración muy profunda que a menudo realizamos de forma consciente. De hecho, hay personas que tienen el hábito de hacerlo sin ninguna sutileza y de una manera muy audible. Pero la mayor parte de las veces lo efectuamos involuntariamente: se calcula que suspiramos espontáneamente cada 5 minutos.

Función psicológica de los suspiros

Además de contribuir a regular la respiración, suspirar también tiene una misión psicológica. En términos generales, según proponen los autores de una revisión publicada en la revista Biological Psychology, los suspiros facilitan la transición de un estado psicológico a otro, contribuyendo de esta manera a la flexibilidad emocional. Actuarían, por lo tanto, como un mecanismo de reseteo o reinicio. 

Por ejemplo, suspirar puede ayudar a reducir la ansiedad. Ante una situación a la que nos cuesta enfrentarnos, los suspiros servirían para obtener un alivio temporal de la angustia que sentimos.

El significado de suspirar mucho

El problema surge cuando suspirar se convierte en una acción demasiado frecuente. Es entonces cuando puede ser un signo de una patología respiratoria subyacente o un trastorno emocional. Pero también se ha relacionado con otros problemas de salud. Estas son algunas de las posibles explicaciones:

  • La asociación entre los trastornos de ansiedad y un aumento significativo de la frecuencia con la que se suspira ha sido ampliamente corroborada. Aquí cabe citar tanto la ansiedad crónica como los ataques de pánico y el trastorno de estrés postraumático, entre otras patologías.
     
  • Suspirar con más frecuencia de lo normal se ha asociado con diversas enfermedades no solo mentales, sino también físicas. Por ejemplo, los pacientes con dolor lumbar crónico lo hacen mucho más y se ha correlacionado con la intensidad del dolor al sentarse, estar de pie, inclinarse y caminar.
     
  • En pacientes con traumatismo craneoencefálico, suspirar constituye una conducta habitual y relacionada con el dolor. 
     
  • En cambio, en un estudio que evaluó a pacientes con artritis reumatoide, los suspiros se relacionaron con la existencia de depresión, pero no con el dolor. 
     
  • En cuanto a su vínculo con las enfermedades respiratorias, se ha apreciado una mayor frecuencia en pacientes con asma grave, entre otras.
     
  • En pacientes con el denominado síndrome de hiperventilación (que combina la dificultad para respirar con un aumento de la frecuencia respiratoria), un estudio mostró que, en comparación con las personas sanas, su frecuencia de suspiros fue mayor al sentarse en silencio y también al realizar otras actividades relajantes como escuchar música suave.
Respiración

El suspiro como terapia

Curiosamente, además de constituir un claro signo de ansiedad, el suspiro también puede convertirse en una forma de combatir este problema. Andrew Huberman, neurocientífico de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), ha popularizado el denominado suspiro fisiológico como técnica de respiración para reducir la ansiedad y el estrés. Consiste en realizar dos inhalaciones rápidas por la nariz y una exhalación larga y lenta por boca. Según sus investigaciones, esta forma de suspirar activa el sistema nervioso parasimpático, relajando el cuerpo y reduciendo los niveles de cortisol (la hormona del estrés).