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¿Cuánto tiempo pasas en redes sociales? ¿Afecta a tu vida? ¿Es un hábito o una adicción? Esto es lo que dice un nuevo estudio sobre estas preguntas.

móvil con red social
  1. Isabel Gallardo Ponce

Hay quien piensa que tiene una adicción a las redes sociales. En concreto a Instagram, donde pasa horas muertas viendo reels. Sin embargo, un estudio que se publica en Scientific Reports, y realizado en 1.204 personas sugiere que para la mayoría de los usuarios de redes sociales el uso excesivo obedece más a un hábito que a una adicción real. 

Cuando existen dificultades para controlar el uso de una sustancia o de una conducta y, al tiempo, se experimentan deseos intensos de consumir, síntomas de abstinencia y no se abandona pese al riesgo de que se produzcan consecuencias negativas, estamos hablando de una adicción

Los investigadores, Ian Anderson y Wendy Wood, después de realizar encuestas a los participantes sobre cómo veían ellos su uso de esta red social, apuntan a que el hecho de que los medios de comunicación relacionen el uso frecuente de las redes sociales con las características de una adicción puede hacer que los usuarios sobreestimen sus conductas y las califiquen de adicción. 

¿Y si sí es una adicción?

Esther Rincón, investigadora principal del grupo de investigación Psycho-Technology, del departamento de Psicología de la facultad de Medicina de la Universidad San Pablo CEU, en declaraciones a SMC España, apunta sobre este tema que “No podemos confundir a la sociedad con lo que es un hábito y una adicción, porque son totalmente distintos. Un hábito es una conducta que repites en el tiempo. El problema es cuando un hábito se convierte en una necesidad. Ahí es cuando tenemos una adicción”.

¿Se puede diagnosticar la adicción a redes?

Uno de los problemas  es que los manuales internacionales para diagnosticar adicciones no incluyen cuadros relativos a las redes sociales; por eso, Rincón añade que “es difícil establecer esa línea roja de dónde está el uso excesivo o uso problemático del uso adictivo”.

Rincón apunta que una cosa es tener el hábito de consultar las redes sociales en un momento dado todos los días. El problema, señala, aparece cuando no poder hacer esa rutina genera malestar, inquietud o irritabilidad. “Esas son señales de que no se está convirtiendo en un hábito sino en una necesidad. Necesito hacer esto para encontrarme bien. Cuando ocurre eso tenemos que empezar a mirar qué está pasando”.

Centrarse en niños y jóvenes

En la consulta, relata la sanitaria, cada vez se presentan más casos en niños y jóvenes con fracaso escolar y problemas familiares que podrían estar relacionados con el consumo excesivo de redes. No hay que olvidar que el hecho de tener que dedicar cada vez más tiempo es otro síntoma de adicción. 

No obstante, la gente no llega al médico a decir que tiene una adicción a una red social, pero lo que sí ocurre es que “llegan con otro tipo de problemáticas asociadas a las adicciones digitales; es lo que nosotros llamamos comorbilidad o patología dual”. Esta última suma la adicción a una sustancia y a una adicción digital o a una enfermedad mental. Puede presentarse como “un cuadro de otra índole, ansioso o depresivo, y, de repente, te das cuenta de que también hay adicciones digitales de por medio. Estamos viendo que la sociedad no es consciente de la importancia que tiene establecer límites y que sean claros, sobre todo los adultos, que somos modelos para menores”.

De esta manera, hay que diferenciar entre aquello que hacemos por pasar el rato o relajarnos y lo que se convierte en algo que hace que dejemos la vida, el trabajo o los estudios de lado. “Por tanto, cuando un comportamiento que hago por el mero hecho de divertirme o de pasar el rato se convierte en una necesidad, es un problema que hay que ver porque no va a tender a remitir; probablemente, tienda a ir peor”.

Según Natalia Martín-María, profesora ayudante doctora en el departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la facultad de Psicología, área de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el hecho de que el estudio publicado pregunte por los hábitos de personas con una media de edad de 44 años es una limitación.

“Sería altamente recomendable poder replicar este estudio con una muestra de jóvenes y adolescentes, desde los 12 años (edad a la que de media tienen su primer móvil) hasta los 30 años. Esta es la población que más uso suele hacer de plataformas del estilo de Instagram y que, por tanto, se sitúa como más vulnerable a presentar una utilización excesiva e inadecuada de ellas, sin llegar a ser del todo conscientes del tiempo que les dedican y de si su uso es intencionado (con un propósito) o meramente accidental (al realizar scroll constante de vídeos que les llegan sin pararse a pensar si ese contenido es o no deseado)”, concluye Martín-María.

Fuente; Infobae