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«Puede deberse a la activación de recuerdos traumáticos”

El miedo al dentista es muy frecuente y puede tener orígenes muy diversos. Lo que mucha gente no sabe es que en buena parte de los casos no se debe a una mala experiencia en la consulta odontológica, sino a situaciones traumáticas en la infancia. La psicóloga Mónica Muñoz explica cómo se establece esta conexión y cómo se trata.

Miedo al dentista
  1. María Sánchez-Monge

Cuando alguien nos cuenta que le causa pavor ir al dentista, tendemos a pensar que se debe a que en alguna ocasión experimentó dolor cuando le sacaron una muela o le pusieron un empaste, o bien que se puso en manos de un profesional no cualificado que empeoró su situación en vez de mejorarla. Sin embargo, las causas de este miedo pueden ser muy diversas y muchas veces no tienen nada que ver con el tratamiento dental en sí.

Para entender esa disparidad entre la fobia y su origen hay que partir de la constatación de que el miedo es “una emoción básica que cumple una función adaptativa: protegernos ante posibles amenazas”, según explica a CuídatePlus la psicóloga Mónica Muñoz, directora de MM&cols. Sin embargo, “cuando se vuelve desproporcionado o persistente, puede estar vinculado a experiencias traumáticas previas, incluso si no somos plenamente conscientes de ellas”. Así, en contextos como el dentista o un avión, “donde el cuerpo está en posición vulnerable y el control está en manos de otro, pueden activarse memorias corporales de inseguridad o indefensión”.

Así influyen las experiencias traumáticas en la infancia

Las vivencias dolorosas en la infancia, como el bullying, el abuso o el abandono emocional, “pueden dejar huellas profundas en el sistema nervioso”, asegura la psicóloga. Estas experiencias “afectan la percepción de seguridad y pueden generar respuestas de hiperalerta o evitación ante situaciones que recuerdan, aunque sea simbólicamente, aquella vulnerabilidad”. Por ejemplo, la psicóloga señala que el divorcio “puede generar miedo al abandono, y el bullying, miedo al juicio o al dolor físico”.

Teniendo esto en cuenta, el miedo al dentista puede hundir sus raíces en situaciones aparentemente muy alejadas de la consulta odontológica. Así lo confirma Muñoz: “Puede tener múltiples orígenes: desde experiencias dolorosas en la infancia hasta la activación de recuerdos traumáticos relacionados con el control, el dolor o la invasión corporal”. 

El trauma infantil puede generar “una hipersensibilidad al entorno y una tendencia a interpretar ciertos estímulos como peligrosos”, señala. En este sentido, las fobias “pueden ser una forma de expresión del trauma no verbalizado”. Por ejemplo, el miedo a volar puede estar relacionado “con la pérdida de control, y el miedo a los insectos con la invasión o el asco, emociones que pueden haber estado presentes en situaciones traumáticas”.

Los sentimientos y emociones que generan las experiencias adversas en la infancia pueden permanecer latentes durante años y manifestarse en momentos de estrés o vulnerabilidad. “A veces, el cuerpo recuerda lo que la mente ha olvidado”, apunta la psicóloga. 

En definitiva, un miedo aparentemente irracional “puede tener raíces profundas” y afrontarlo implica “reconocerlo, buscar ayuda profesional y trabajar en la integración emocional de esas experiencias”.

En el caso del temor al dentista, también hay que tener en cuenta el contexto concreto en el que surge: “La posición tumbada, la boca abierta, el silencio y la figura de autoridad pueden evocar sensaciones de indefensión similares a las vividas en situaciones traumáticas”, precisa la experta, quien advierte que, si no se aborda emocionalmente, “este miedo puede cronificarse”.

Otros factores relacionados con el miedo al dentista

Revisión odontológica

(Foto: Shutterstock)

Además del trauma, en el miedo al dentista pueden influir otros factores, como los siguientes:

  • Experiencias negativas previas en el entorno odontológico.
     
  • Personalidad ansiosa o historia de ansiedad generalizada.
     
  • Influencia de relatos familiares o sociales que refuercen el miedo.
     
  • Sensibilidad sensorial (ruidos, olores, luces).
     
  • Falta de comunicación empática por parte del profesional.

¿Cómo se puede prevenir y tratar el miedo al dentista?

La prevención pasa por:

  • Crear entornos seguros y empáticos desde la infancia.
     
  • Validar las emociones del niño y no minimizar sus miedos.
     
  • Evitar experiencias invasivas sin preparación emocional.
     
  • Fomentar el vínculo de confianza con los profesionales.
     
  • Educar en la expresión emocional y el autocuidado.

El tratamiento puede incluir:

  • Terapia psicológica especializada.
     
  • Técnicas de relajación y respiración.
     
  • Exposición gradual y acompañada.
     
  • Comunicación abierta con el odontólogo.
     
  • En casos graves, apoyo farmacológico o sedación consciente para aplicar los tratamientos odontológicos.

La psicóloga expone el papel crucial de la psicoterapia: “A veces el miedo se manifiesta sin una causa clara, y eso puede desconcertarnos”, indica. “En mi experiencia como psicóloga, he visto cómo muchas personas llegan a consulta sintiendo que ‘algo no encaja’, que hay emociones que no entienden o que les desbordan”. En esas situaciones, la psicoterapia “puede ser ese espacio seguro donde empezar a explorar lo que el cuerpo y la mente están intentando comunicar”.

A través del trabajo terapéutico, es posible “ir reconectando con esas partes que quedaron congeladas en el tiempo, darles voz y sentido y, sobre todo, recuperar la sensación de seguridad y control”. Se trata de un “proceso profundo y a veces doloroso, pero también muy reparador”, en el que el miedo “deja de ser un enemigo y se convierte en una señal que nos guía hacia lo que necesita ser cuidado”.

Fuente: cuidate plus