Personas que no disfrutan con la música
La denominada anhedonia musical específica está detrás de la incapacidad de algunas personas para sentir placer cuando escuchan música. Los mecanismos cerebrales que explican esta condición podrían ayudar a desentrañar la ausencia de disfrute con la comida, el sexo o el arte.

La música es mucho más que ritmo, melodía y armonía. Es parte esencial de la historia de la humanidad. Según explica Carlota Pagès Portabella, doctora en neurociencia cognitiva, en el blog de la Fundación Pasqual Maragall, “ha evolucionado con los humanos desde hace 200.000 años, cuando se cree que la música y el lenguaje surgieron de un antepasado común (probablemente basado en gruñidos con entonación)”. Sin embargo, “no fue hasta hace 35.000 años cuando empezamos a usar instrumentos (como flautas hechas con hueso)”.
La función adaptativa de la música, expone la neurocientífica, “está en constante debate, pero tenemos claras algunas cosas: ayudaba a fortalecer lazos sociales y la cooperación gracias a la sincronización de movimientos y emociones durante actividades comunales o rituales”. Asimismo, “el vínculo social influía en la atracción de posibles parejas o entre madres y bebés a través de las nanas”. En la actualidad, la música continúa siendo esencial en multitud de ritos y actos sociales.
Más allá de su utilidad biológica y social, la música es uno de los mayores placeres que existen. Pero no para todo el mundo: algunas personas no disfrutan con ella y la clave está en el cerebro.
Cómo se produce la anhedonia musical
El equipo del neurocientífico Josep Marco-Pallarés, de la Universidad de Barcelona (UB), estudia desde hace años los rasgos cerebrales distintivos que están detrás de la gran variabilidad individual que se puede apreciar: desde personas que prácticamente no podrían vivir sin la música, hasta quienes no obtienen ningún placer de ella, una condición que se ha llamado anhedonia musical específica. Según ha declarado el investigador, “este fenómeno se da en población sana, sin ningún tipo de patología”. De hecho, estas personas “disfrutan de otros estímulos placenteros (como la comida o las recompensas monetarias), pero no son sensibles a la recompensa musical”.
Marco-Pallarés y sus colaboradores han descubierto que la anhedonia musical específica está causada por una desconexión entre regiones cerebrales. En concreto, entre el circuito de recompensa y la red auditiva. Este grupo describe, en un estudio publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences, los mecanismos cerebrales que desencadenan esta condición y analiza de qué manera podrían estar implicados en la forma en que las personas experimentan o no otros tipos de placer y alegría. “El estudio de estos circuitos podría abrir la puerta a nuevas investigaciones sobre las diferencias individuales en los trastornos relacionados con la recompensa, como la adicción o los trastornos alimentarios”, apunta el científico.

La resonancia magnética funcional, que es una técnica de imagen cerebral, permite analizar en tiempo real los cambios cerebrales que se producen mientras una persona realiza una tarea concreta. En este caso, al escuchar música, las personas con este tipo de anhedonia muestran una actividad reducida en el circuito de la recompensa (la parte del cerebro que procesa todo tipo de actividades placenteras), pero presentan un nivel normal de actividad en respuesta a otros estímulos placenteros, como ganar dinero. Esto significa que su circuito de recompensa está intacto. Por lo tanto, tal y como explica Marco-Pallarés, “la ausencia de placer por la música se explica por la desconexión entre el circuito de recompensa y la red auditiva, pero no por el funcionamiento del circuito de recompensa en sí mismo».
Posibles causas de la incapacidad para disfrutar de la música
Todavía no se sabe con certeza por qué se desarrolla esta condición, pero hay evidencias de que se puede deber tanto a la genética como a factores ambientales. Un estudio con gemelos publicado recientemente revela que los genes podrían ser responsables de hasta el 54% del grado de disfrute musical de una persona.
En cuanto al estudio de otros fenómenos relacionados con la ausencia de placer, los investigadores señalan que, hasta ahora, la mayoría de los trabajos sobre alteraciones en el circuito cerebral de recompensa han asumido que la respuesta a los diversos tipos de recompensa es un fenómeno de todo o nada, lo cual no es cierto.
Por ello, con el fin de avanzar en este campo, el grupo de la Universidad de Barcelona propone el uso de su metodología “para estudiar otros tipos de recompensa”, lo que podría “dar lugar al descubrimiento de otras anhedonias específicas”. Por ejemplo, Marco-Pallarés considera posible “que las personas con anhedonia alimentaria específica presenten algún déficit en la conectividad entre las regiones cerebrales implicadas en el procesamiento de alimentos y el circuito de recompensa«.
El equipo colabora con genetistas para identificar genes específicos que podrían estar implicados en la anhedonia musical específica. También planea investigar si esta condición es un rasgo estable o algo que cambia a lo largo de la vida y si la anhedonia musical u otras condiciones similares se pueden revertir.