Esta forma de hablar sobre el suicidio puede salvar vidas
Para prevenir el suicidio es fundamental hablar sobre él sin tabús. Los expertos en salud mental señalan qué mensajes son los que contribuyen en mayor medida a reforzar la protección y el apoyo a las personas más vulnerables.

Este año, el lema internacional del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se conmemora el 10 de septiembre, es “Cambiar la narrativa”. Durante muchos años se ha evitado hablar sobre el suicidio porque se consideraba que era una forma de fomentarlo. Sucede justo lo contrario: es fundamental visibilizarlo y romper con la estigmatización y el muro de silencio en torno a él. Pero hay que hacerlo de forma adecuada, con mensajes que refuercen la prevención y el apoyo a las personas más vulnerables.
Cada año mueren por suicidio alrededor de 50.000 personas la Unión Europea. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se produjeron 4.116 fallecidos por suicidio en el año 2023. La mortalidad por este motivo en ese año fue de 8 muertes por cada 100.000 habitantes, siendo mayor en hombres que en mujeres.
El año pasado se registró un descenso que resalta Rafael Salom Borrás, psicólogo e investigador de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios: “Los datos por primera vez son esperanzadores, ya que en España las muertes por suicidio han registrado un ligero descenso en el año 2024 -en concreto, 3.846 casos, un 6,6% menos con respecto a 2023-, pero preocupa especialmente el aumento de suicidios en personas mayores de 85 años”.
En lo que se refiere a los principales motivos detrás de estos fallecimientos, Salom comenta que la causa principal “suele ser un sufrimiento emocional intenso que no se percibe como transitorio ni solucionable. En algunos casos, la persona no desea morir, sino dejar de sufrir”.
Personas más vulnerables
El Ministerio de Sanidad describe, en su Plan de Acción para la Prevención del Suicidio 2025-2027, los principales grupos de personas con una mayor vulnerabilidad, en los que hay que centrar los esfuerzos preventivos:
- Personas con problemas de salud mental. Quienes se encuentran en situación de crisis y especialmente aquellas con cuadros severos que requieren un apoyo prolongado del sistema sociosanitario.
- Personas con discapacidad, que se enfrentan a dificultades adicionales en la accesibilidad en todos los entornos.
- Personas mayores, con especial atención a aquellas que viven en situación de soledad no deseada; agravada por factores como la pérdida de seres queridos, enfermedades crónicas y una percepción de falta de apoyo.
- Adolescentes y jóvenes. Población con aumento del sufrimiento emocional y en el que resulta importante la generación de espacios saludables y sin violencia.
- Personas LGTBIQ+. Afectadas por diversas formas de estigma, discriminación y violencia asociadas a la orientación sexual o identidad de género.
- Personas en riesgo de pobreza y exclusión social. Incluyendo personas sin hogar, en situación de precariedad o vulnerabilidad social.
- Personas que sufren violencia. Este grupo incluye, entre otros, el maltrato físico, psicológico o emocional, el trato negligente, el acoso, así como la violencia sexual y de género.
- Personas con enfermedades graves o dolor. Estas condiciones pueden predisponer a la presencia de sufrimiento emocional y sentimientos de desesperanza.
- Personas privadas de libertad en centros penitenciarios. A nivel mundial, el suicidio sigue siendo la principal causa de muerte en las prisiones.

Claves hablar sobre el suicidio y prevenirlo
Los profesionales de la Clínica López Ibor han recopilado las principales claves para la prevención del suicidio difundidas por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Americana de Psicología (APA):
- Detectar cambios de comportamiento. Aislamiento social, pérdida de interés por actividades, cambios en el sueño o el apetito, o frases como “no valgo nada” pueden ser signos de alarma.
- Hablar del suicidio sin tabús. Usar la palabra suicidio con claridad, evitando eufemismos (“se fue”, “descansó”). No emplear expresiones estigmatizantes como “suicidio exitoso”,“fracaso” o “locura”.
- Evitar detalles sobre métodos o lugares. No describir cómo, dónde ni con qué medios se llevó a cabo un intento o un suicidio consumado. Centrar el relato en la vivencia emocional y en la búsqueda de ayuda.
- Enfoque en la prevención. Subrayar que el suicidio se puede prevenir. Resaltar factores de protección: apoyo social, tratamiento psicológico, recursos comunitarios, ayudando y haciendo ver que pueden conseguirse cambios en estos factores.
- Ofrecer siempre recursos de ayuda. Reiterar los teléfonos de atención (024, 112), asociaciones o servicios profesionales de referencia. Recordar que existen alternativas al sufrimiento y que pedir ayuda es un derecho y algo natural cuando uno se siente así (no una fortaleza o debilidad).
- Utilizar un lenguaje respetuoso y no sensacionalista. Evitar frases dramáticas, fotos o frases que romanticen el suicidio. Usar un tono empático y centrado en la persona.
- Escuchar sin juzgar y cuidar el impacto de cómo nos dirigimos a los familiares y allegados. Recordar que detrás de cada caso hay duelo y sufrimiento. No culpabilizar ni responsabilizar al entorno.
- Fomentar entornos seguros y de corresponsabilidad social. En el hogar, la escuela o el trabajo, crear espacios en los que hablar de salud mental sea natural y aceptado.
- Promover el diálogo abierto y educativo. Animar a hablar del malestar emocional en la familia, la escuela, el trabajo. Transmitir que hablar no aumenta el riesgo, sino que abre oportunidades de prevención.
- Buscar ayuda profesional especializada. Acudir a psicólogos clínicos o sanitarios y a psiquiatras es un paso de cuidado y salud, nunca de debilidad. La psicoterapia basada en la evidencia (como la terapia cognitivo-conductual, la terapia dialéctico-conductual o la terapia centrada en crisis) ha demostrado eficacia en la prevención del suicidio.
- Autocuidado como complemento, no sustituto. Las técnicas de regulación emocional, ejercicio o mindfulness ayudan, pero no reemplazan la necesidad de intervención profesional en situaciones de riesgo.
Fuente: cuidate plus