¿Qué significa mirar el celu mientras te hablan?
Vivimos en una sociedad en la que, cada vez más, nos cuesta desconectar del móvil, incluso, cuanto tenemos a una persona delante hablándonos. ¿Te ha pasado alguna vez que no has podido dejar de mirar el móvil mientras te hablan? o, por el contrario, ¿estás cansado de que la otra persona no te preste atención? Te contamos qué hay detrás de este comportamiento.
Fact Checked

Ya no concebimos la vida sin móvil. La hiperconexión constante es una realidad. Si no recibimos un mensaje o una llamada, estamos mirando el móvil en busca de nuevos contenidos, vídeos o consejos que nos digan cómo hacer determinada cosa o cómo hay que actuar ante determinada situación. Esta hiperconexión ha hecho que cada vez seamos más adictos al móvil y así lo evidencian los datos. Según el informe sobre adicciones elaborado por el Plan Nacional sobre Drogas, alrededor del 3,6% de la población española entre 15 y 64 años presenta un uso problemático de Internet y las redes sociales y un 9,3% de las admisiones a tratamiento que se produjeron en 2022 fueron debidas a trastornos por uso compulsivo de Internet, móviles, dispositivos electrónicos o redes sociales. Este informe también señala que la prevalencia del uso problemático de Internet se sitúa en un 20,5% entre la población de 14 a 18 años. Es decir, que uno de cada cinco adolescentes en España tiene un uso de Internet, el móvil y las redes sociales que bordea la adicción.
Pero mirar el móvil constantemente no es algo que pase sólo en la adolescencia. Son muchos los adultos que viven pegados al móvil hasta tal punto que parecen no conectar con la realidad. “Tenemos más dependencia de la que nos gustaría admitir”, indica a CuídatePlus Olga Albaladejo, psicóloga experta en bienestar y salud integrativa. El móvil, explica, “se ha convertido en una especie de extensión mental, que llevamos encima no solo por necesidad, sino también por costumbre. Muchas personas lo consultan nada más despertar, lo revisan entre tareas y se duermen con él en la mano”.
Como señala, “lo preocupante no es el uso, sino el uso compulsivo y automático”. ¿Por qué? “Desde la neurociencia, sabemos que cada vez que recibimos una notificación o un me gusta, se activa nuestro sistema dopaminérgico, el mismo que se asocia a la recompensa y al placer inmediato. Esta dopamina no actúa sola. Los estudios recientes muestran que la sobreexposición digital altera también los niveles de GABA y serotonina, afectando la impulsividad, la atención sostenida y el estado de ánimo”.
La realidad es que, nos guste o no, la tecnología se ha diseñado con este conocimiento, con este objetivo y con este fin. “Nos atrapa porque está pensada para ello. Las redes funcionan como máquinas tragaperras emocionales, reforzando con recompensas intermitentes nuestra necesidad de chequear constantemente”.

Cómo ha cambiado las relaciones
Y esta tecnología ha hecho que cambie nuestra forma de relacionarnos. Han cambiado lo que valoramos, cómo nos mostramos y cómo nos relacionamos. Por un lado, señala Albaladejo, “nos permiten mantener el contacto a distancia pero también han creado una nueva forma de validación social basada en la imagen, el número de seguidores o la aprobación externa”.
Esto, informa, “genera comparación constante, miedo a quedarse fuera (el conocido FOMO) y una hiperexposición que a menudo nos aleja de la autenticidad”. Es cierto que vivimos más conectados que nunca pero también “más solos”. y esto es así porque, como señala la experta, “hemos sustituido presencia por visibilidad”. Algo que, inevitablemente, también ha influido en la forma de relacionarnos con los demás.
Como asegura la psicóloga, “hay una tendencia creciente a mantener relaciones superficiales, con muchas interacciones pero con poca profundidad emocional”. Además, “cada vez cuesta más sostener una conversación larga sin interrupciones digitales”.
Muchos pacientes en consulta señalan que sus parejas o hijos “están físicamente presentes, pero emocionalmente ausentes”. Esto es porque “nos cuesta mirarnos a los ojos, practicar la escucha activa o simplemente compartir el silencio sin pantallas de por medio”.
Sin embargo, esta escucha activa se está perdiendo. ¿Cuántas veces hemos intentado mantener una conversación con alguien que no deja de mirar el móvil? Es cierto que la persona asiente con la cabeza y responde a lo que le decimos pero ¿nos hace caso realmente? ¿qué significa que una persona actúe así? En opinión de la experta, esta forma de actuar “puede indicar desinterés, ansiedad o simplemente un hábito automatizado”. Hay que partir de la base de que “no siempre hay mala intención, pero el mensaje que se transmite es claro: “Lo de fuera me importa más que tú”.
En cuanto a qué perfil de persona actúa así, la realidad es que, como indica la experta, “no hay un único perfil, pero suele coincidir con personas con baja tolerancia a la espera, con multitarea crónica o con sensación de urgencia constante”. También “se ve en personas sobrecargadas emocionalmente o con dificultad para gestionar la intimidad”.
En cuanto a la edad de los que hacen eso, es importante señalar que “no son solo adolescentes ya que muchos adultos también lo hacen con la excusa de que podría ser importante”.

¿Qué hacer?
En el caso de que sufras esta situación con una misma persona y de forma recurrente, es posible que te hayas planteado un cambio y romper con esa relación pero ¿es realmente una razón para hacerlo? En opinión de la experta, “lo primero que hay que hacer es no tomarlo como algo personal ya que, a veces, la otra persona ni siquiera es consciente de lo que está haciendo. Pero si nos afecta, es importante expresarlo con calma y claridad”. Por ejemplo: “Me gustaría que habláramos sin móviles de por medio, porque necesito tu atención completa ahora”.
Si vas a hacer esto, es “clave elegir bien el momento y el tono ya que no se trata de reñir, sino de visibilizar lo que sentimos sin generar confrontación”. En el caso de que la situación se repita, “conviene preguntarse qué tipo de vínculo queremos construir y si ese gesto está alineado con ello”.
Entonces, ¿deberíamos evitar quedar con esa persona? “Todo dependerá de muchos factores. No es lo mismo si se trata de una relación íntima, de una amistad superficial, de alguien del entorno laboral o de una persona con la que tienes una responsabilidad compartida”. Además, “influye el impacto emocional que tenga en ti esa persona. Si esa conducta te hiere, te frustra o te hace sentir invisible, es legítimo plantearte si deseas mantener ese tipo de vínculo o no”.
Pero antes de llegar a esta situación, su consejo es hablar. “A veces, basta con hablarlo y poner límites claros pero, otras muchas, habrá que aceptar que esa persona funciona así, por lo que habrá que decidir cuánto peso emocional quieres darle en tu vida”.
Si queremos mantener esa amistad o esa relación, lo mejor es “estar presente, establecer acuerdos y poner límites”.
Algunas estrategias sencillas:
- Pactar momentos sin móvil (durante comidas, paseos o conversaciones importantes).
- Hacer pequeñas pausas tecnológicas: 15 minutos al día sin pantalla ya generan cambios en la atención.
- Usar recordatorios físicos (cajas, cestas, zonas sin tecnología) para aprender a desconectar.
- Hablarlo abiertamente desde el cuidado: muchas veces la otra persona también quiere desconectar, pero no sabe cómo.
¿Qué trucos nos pueden ayudar a prestar atención en el ahora?
Estos son los consejos de la psicóloga para prestar atención en el ahora:
- Modo avión emocional: pon el móvil en silencio cuando estés con alguien importante. Así das una señal clara de presencia.
- Espacios sin pantallas: crea un “rincón offline” en casa para leer, conversar o simplemente descansar.
- Respira antes de desbloquear: cada vez que vayas a mirar el móvil, respira profundo y pregúntate si realmente lo necesitas.
- Entrena el foco con el cuerpo: actividades como el yoga, los paseos o simplemente cocinar sin distracciones nos devuelven al presente.
- Celebra la conexión real: al final del día, recuerda un momento en el que estuviste plenamente presente con alguien. Esa memoria, poco a poco, refuerza un nuevo hábito.
En opinión de la experta, “no se trata de demonizar el móvil, sino de recuperar el equilibrio. La tecnología puede ser una gran aliada si no nos aleja de lo esencial”
Fuente: Cuidate plus