Los problemas de salud emocional en los jóvenes

Muchos padres desconocen o banalizan los problemas de sus hijos.

Si al siglo XX se lo llamó “el siglo de la angustia”, el XXI es “el siglo de la depresión” ya que su incidencia aumentó de manera sustantiva y afecta cada vez más no solo a personas adultas sino también a niños y jóvenes.

Especialmente en la adolescencia que es una etapa de crisis existencial relevante de la vida, y que representa el final de una etapa. El niño debe “despedirse” de su infancia y transitar hacia una adultez que se le aparece como una incógnita.

Esto configura, por un lado, un proceso de duelo y, por otro, la necesidad de enfrentar cambios que obligan al adolescente a maniobrar de una manera diferente, modificar sus conductas y tolerar una mayor inestabilidad emocional, con decaimientos anímicos y oscilaciones del humor.

A medida que crecen, el púber y el adolescente experimentan vivencias novedosas: cambios en su cuerpo, incremento en la producción de hormonas, el inicio de las primeras relaciones sexuales, frustraciones amorosas y primeros consumos de tabaco y alcohol.

Qué factores tener en cuenta

Además de la genética, la química del cerebro, la personalidad y sucesos biográficos traumáticos otros factores se consideran muy importantes:

1) Las altas presiones y expectativas sociales por alcanzar independencia y éxito laboral o económico.

2) Un mundo menos amigable, atemorizante y amenazador (violencia, robos, asesinatos, violaciones).

3)La influencia de las redes sociales, que pueden condicionar la autoestima y la forma de ver el mundo del adolescente.

Los síntomas comienzan a ser patológicos en la medida que, por su duración e intensidad, comprometan o impidan el funcionamiento cotidiano o impliquen situaciones de riesgo.

La depresión es una enfermedad dolorosa, donde se pierde contacto con la realidad, es heterogénea y con una amplia gama de síntomas emocionales, físicos y cognitivos.

Si al siglo XX se lo llamó “el siglo de la angustia”, el XXI es “el siglo de la depresión” ya que su incidencia aumentó de manera sustantiva y afecta cada vez más no solo a personas adultas sino también a niños y jóvenes. 

Norberto Abdala, médico psiquiatra

A nivel emocional suele manifestarse no tanto con tristeza sino con irritabilidad, cambios de humor, falta de interés, no sentir placer, ansiedad, rabia, desesperanza, culpa inapropiada o, incluso, ideas de suicidio.

A nivel físico, suele expresarse con aparición de dolores corporales sin una causa que lo justifique, inquietud psicomotora, insomnio o hipersomnia, cambios en la alimentación con aumento o disminución de peso (puede llegar a la obesidad o a la anorexia), cansancio fácil, disminución de la libido.

Y a nivel cognitivo, con pobre concentración, dificultad para memorizar, deterioro de la capacidad de pensar.

No hay que subestimar estos síntomas ya sea por el potencial sufrimiento y mal funcionamiento que esconde como por el riesgo de que deriven en comportamientos autodestructivos o conductas riesgosas.

Es clave recalcar que al joven con depresión no necesariamente se lo ve triste: la irritabilidad, la ira y la agitación suelen ser los síntomas más destacados a esta edad.

Muchos padres desconocen o banalizan los problemas de sus hijos y lo que para el adulto es fácil de superar, para el adolescente es un mundo y puede vivirlo con gran dolor y contrariedad y llegar incluso al suicidio. Por lo tanto, nunca subestimar los problemas de salud emocional en los jóvenes.

Fuente: https://www.clarin.com/viva/subestimar-problemas-salud-emocional-jovenes_0_0jvAor4Rxa.html