¿Por qué la gripe es más mortal en los mayores?

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Es un hecho: la gripe no solo afecta más a las personas mayores, sino que también causa más muertes a medida que avanza la edad de los afectados. Un estudio descubre un mecanismo clave que explica esta mayor letalidad. Las medidas de protección, entre las que destaca la vacuna, siguen siendo la mejor defensa.

Persona mayor con gripe
  1. María Sánchez-Monge

Las personas mayores tienen más riesgo de contraer la gripe y, una vez infectadas, presentan una mayor mortalidad. La razón parece obvia: por el envejecimiento y, más concretamente, el progresivo deterioro de las defensas (el denominado sistema inmunitario) frente a los virus, las bacterias y demás patógenos. Así es, pero para poder desarrollar terapias eficaces es necesario conocer al detalle los mecanismos biológicos culpables. Un equipo de científicos chinos e ingleses acaba de dar con un factor clave que contribuye a incrementar la letalidad gripal en los ancianos.

Partiendo de la noción de que el envejecimiento es el principal factor de riesgo detrás de las muertes por gripe, los investigadores se centraron en averiguar por qué las personas mayores “padecen de forma más grave la infección por el virus de la gripe”, según corrobora Kin-Chow-Chang, profesor de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), y uno de los autores del nuevo estudio.

Al parecer, según los resultados publicados en la revista en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el organismo de las personas mayores se producen cantidades mucho mayores de una proteína, denominada apolipoproteína D (ApoD), que está implicada tanto en el metabolismo de las grasas como en la inflamación. Los científicos descubrieron en un modelo de ratón que la producción de niveles altos de ApoD dificultan la activación de los mecanismos naturales de defensa contra el virus, lo que genera un daño muy amplio en los pulmones durante la infección por el virus de la gripe.

A la luz de estos hallazgos, ApoD podría convertirse en una diana terapéutica de cara al desarrollo de terapias dirigidas a proteger a los mayores frente a la infección gripal grave.

Complicaciones de la gripe en mayores

La gripe se manifiesta como una infección leve en la mayoría de la población joven, mientras que los mayores se enfrentan a una probabilidad mucho más alta de sufrir complicaciones, como las siguientes: 

  • Neumonía viral o bacteriana.
     
  • Descompensación de enfermedades cardíacas o pulmonares previas.
     
  • Episodios de delirio o confusión aguda.
     
  • Mayor riesgo de caídas por debilidad o fiebre elevada.

Prevención: vacunas y extremar la precaución

Vacuna de la gripe

Los médicos y, en general, los expertos en salud pública lo tienen claro: la mejor herramienta para evitar la gripe en las personas mayores es la vacunación. Se recomienda a todos los mayores de 65 años y a quienes padezcan enfermedades crónicas, como diabetes, EPOC o insuficiencia cardíaca, entre otros grupos considerados de riesgo.

Es aconsejable ponerse la vacuna contra la gripe todos los años por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque los virus de la gripe cambian (mutan con mucha frecuencia) y la vacuna se actualiza anualmente para neutralizar aquellas cepas virales que se prevé que se propagarán más en esa temporada. En segundo lugar, porque la protección que confiere esta forma de inmunización tiende a disminuir con el tiempo, especialmente en las personas mayores.

Tal y como resaltan los médicos de Sanitas Mayores, “vacunarse no garantiza evitar el contagio, pero reduce la gravedad de los síntomas y el riesgo de ingreso hospitalario”, así como la mortalidad por esta causa.

Además de la vacuna, conviene mantener una buena higiene para evitar el contagio. Estas son las recomendaciones más importantes para toda la población, y en especial para los colectivos más vulnerables:

  • Lavarse las manos con frecuencia.
     
  • Evitar tocarse la cara con las manos sucias.
     
  • Cubrirse boca y nariz al toser o estornudar.
     
  • Ventilar las estancias.
     
  • Evitar el contacto con personas enfermas.
     
  • Un estilo de vida saludable: cuidar la alimentación y el sueño y practicar ejercicio físico de forma regular.