¿Se puede prevenir el Parkinson?

images

El Parkinson es una enfermedad crónica y progresiva que se conoce, sobre todo, por el temblor, pero también produce otros problemas de movimiento y síntomas no motores. Dado que se desconoce su causa y el principal factor de riesgo es la edad, la prevención es difícil, pero hay algunas medidas que se pueden poner en práctica para reducir su impacto.

Hombre con temblor en la mano
  1. María Sánchez-Monge

La enfermedad de Parkinson es la patología neurológica que más está creciendo en prevalencia, mortalidad y discapacidad en el mundo. Es una dolencia crónica y progresiva caracterizada por una reducción gradual de la capacidad del cerebro para producir un neurotransmisor (la dopamina) en el área que controla el movimiento y el equilibrio, entre otros aspectos. Por esa razón, los síntomas más comunes de esta enfermedad son el temblor, la rigidez muscular, la lentitud en el movimiento y la inestabilidad postural. Pero también son muy comunes otros síntomas no motores como la pérdida del sentido del olfato, cambios en el estado de ánimo, depresión, alteraciones del sueño o incluso degeneración cognitiva.

Según sugiere un estudio publicado en la revista The BMJ, en 2050 habrá 25,2 millones de personas con la enfermedad de Parkinson en todo el mundo, lo que supone un aumento del 112 % desde 2021, que se debe en gran parte al envejecimiento de la población. Ante este panorama, ¿qué se puede hacer para frenar el avance de esta dolencia? Algunas cosas no se pueden cambiar, pero hay algunos factores de riesgo sobre los que sí se puede intervenir.

Factores riesgo del Parkinson

El principal factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Parkinson es la edad, sobre la que, lógicamente, no es posible actuar. Pero no es el único, tal y como expone Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Aunque aún desconocemos la causa exacta de su origen, cada vez se encuentran más evidencias de que puede ser el resultado de una combinación de factores ambientales en personas genéticamente predispuestas”, explica.

Menos de un 10% de los casos corresponden a formas hereditarias, que generalmente son casos de inicio temprano. Por lo tanto, la mayoría de las veces no hay ningún patrón de herencia familiar, pero cada vez se están encontrando más factores de riesgo genético. Asimismo, existe una evidencia creciente sobre la influencia de otros factores que parecen predisponer al desarrollo de Parkinson, como la exposición a pesticidas, disolventes industriales o contaminación atmosférica

Enfermedad de Parkinson

“Además, mantener un estado de inactividad física y aislamiento social, o no controlar adecuadamente factores de riesgo vascular, como el azúcar en sangre, la presión arterial o el colesterol, son factores que también pueden predisponer a padecer la enfermedad”, añade Sánchez Ferro. Todos estos elementos sí son modificables de cara a la prevención del Parkinson, aunque solo sea parcialmente.

Medidas para reducir el impacto de la enfermedad

Dado que el margen de maniobra para evitar que aparezca la enfermedad es limitado, muchos investigadores creen que hay que apostar por desarrollar tratamientos más eficaces. Así lo argumenta José L. Lanciego, investigador Senior del Programa de Terapia Génica en Enfermedades Neurodegenerativas en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, en un comentario sobre el estudio publicado en The BMJ realizado a SMC España: “Debido a que el párkinson es una enfermedad considerada como idiopática (esto es, de causa desconocida), difícilmente se podrán poner en práctica estrategias preventivas frente a dicha enfermedad”, señala. “Tal y como reflejan los autores en este artículo, el enfoque actual y más pragmático en investigación es el de intentar encontrar tratamientos neuroprotectores, diseñados para aminorar o incluso detener el curso natural progresivo que caracteriza a dicha enfermedad”.

Sin embargo, según resalta José A. Morales-García, investigador científico en enfermedad de Parkinson de la Universidad Complutense de Madrid, en declaraciones a SMC España, “el estudio también destaca la importancia de mejorar las estrategias de prevención y control, enfocándose en factores de riesgo modificables como el tabaquismo y el sedentarismo”. En este sentido, añade, “actuar sobre estos elementos podría contribuir a reducir la carga global de la enfermedad”. 

Los autores de dicha investigación señalan la heterogeneidad en la prevalencia del párkinson en cuanto a la ubicación geográfica y el nivel socioeconómico, “lo que pone de manifiesto la necesidad de abordar las desigualdades en materia de salud y desarrollar políticas específicas para atender a las poblaciones más vulnerables”, concluye Morales-García.