«La historia clínica de personajes célebres»

Los dolores reumáticos de San Martín, la falta de aire de Belgrano y la insistencia de Tita Merello en el papanicolau. Qué pistas puede darnos la historia clínica de una persona respecto de su trayectoria.

Cuando el médico Daniel López Rossetti se refiere a las causas por las cuales se involucró en las historias clínicas de personajes célebres de la historia da una respuesta que se retrotrae hasta hoy: la intimidad de lo que sucede en un consultorio médico nos da pistas del devenir de esa persona.

Ese cruce entre salud, historia y lo que podemos elaborar desde la perspectiva actual respecto a lo que aconteció en el pasado fue el puntapié que dio lugar a una idea por demás novedosa: la de abordar, teniendo en cuenta las afecciones de salud y el contexto histórico en el que se daban, el costado clínico de figuras históricas.

¿Qué podemos aprender de lo que le sucedió a San Martín o a Belgrano? ¿Por qué la insistencia de Tita Merello respecto a cuestiones de prevención en la salud de la mujer tuvo un efectivo impacto? Si hubiera existido la tecnología de hoy, ¿podrían estos personajes haber vivido más o incluso no enfermar? ¿Qué relación hay entre poder, estrés y salud?

Son algunos de los interrogantes que Clarín le planteó López Rosetti en la víspera de la charla «Historia clínica» que dará junto al historiador Felipe Pigna en el Auditorio Belgrano (Viernes 21 a las 21). 

—¿Cuáles son las principales afecciones de los personajes célebres que abordan en la obra y por qué los eligieron?

—Cuando abordo estos personajes me gusta hablar desde una óptica diferente, la de la intimidad del consultorio.

Imaginemos una conversación con San Martín, cuando tenía dolores reumáticos, o una conversación con Belgrano cuando estaba con falta de aire y estaba por combatir en la batalla de Salta, uno trata de imaginar cuál hubiera sido el electrocardiograma de Belgrano cuando estaba con insuficiencia cardíaca en ese momento con los problemas que tenía en Tucumán.

Lo que hacemos es algo verdaderamente lindo, mágico, que es analizar el contexto histórico, que por ejemplo si hablamos de Belgrano tiene que ver con la historia Argentina, si hablamos de Sigmund Freud hablamos de un personaje extraordinario que -junto a Darwin y Copérnico- movió el mundo entero, y podemos entender por qué tomaba determinadas decisiones o saber por qué pudo haber surgido de su cabeza escribir “La interpretación de los sueños”, o por qué llega al psicoanálisis.

Todo esto conociendo la intimidad de su estado anímico, ya que cuando un médico conoce a una persona en carácter de paciente obtiene información muy rica que y se genera un vínculo que debe ser horizontal. Después sí ya uno analiza las cuestiones vinculadas a afecciones o enfermedades, pero el otro saber los humaniza mucho más.

– ¿Qué se sabe de las afecciones que tuvo Belgrano?

Tuvo patologías muy importantes, hay que considerar el estrés que vivió entre el momento de izar la bandera en febrero de 1812 hasta lo que después fue la batalla de Salta, fue un año más o menos, y en el medio de todo eso pasó el Éxodo Jujeño, la Batalla de Tucumán, los problemas con Buenos Aires, la orden de replegarse hasta Córdoba, no obedecer y así volver avanzar y ganar después en la batalla de Salta.

Él tuvo un montón de enfermedades, entre ellas vómitos de sangre, seguro tenía anemia por la patología que traía. La enfermedad de base que ha regido la vida del general Belgrano fue diagnosticada al principio, cuando llegó a Buenos Aires en el Protomedicato del Río de la Plata que era la organización que regía el control de salud pública y la práctica médica, lo que hoy sería un colegio médico provincial.

Está documentado que el doctor Miguel O’Gorman y los licenciados Rojas y Arocha diagnosticaron lo que se llamaba entonces vicio sifilítico, la sífilis la tenían 3 de cada 4 hombres en Buenos Aires. Era una enfermedad europea, así que estos profesionales conocían muy bien porque todos ellos se formaron en Europa.

La sífilis tiene un estadio primario que es el chancro, un estadio secundario que aparece entre los 4 y los 8 meses, pero muchas veces, en entre un 15% y un 30% de los casos, puede generar lo que se llama periodo terciario, que se produce entre los 5 y los 30 años después de haberse infectado y ahí se puede lesionar el cerebro, las articulaciones, los huesos, la piel, el pulmón, el sistema digestivo, también el corazón.

En él fue el corazón, tuvo una insuficiencia cardíaca congestiva que se diagnosticó él mismo, por el hecho de citar los primeros síntomas. Él muere a los 50 años, 14 meses antes escribe la primera carta describiendo los síntomas que nos permiten hacer diagnóstico hoy.

– ¿Y qué podemos contar respecto a la salud de San Martín?

San Martín tuvo muchas patologías, tal cual lo dice Mitre en la biografía de San Martín, era un libro de patología y por eso la cordillera no fue su único obstáculo. Por supuesto, como todo militar tuvo heridas de guerra, traumatismos muy importantes, un asma con el que cruzó la Cordillera de los Andes, eso de que cruzó en camilla en parte fue así, literal.

Además, enfermedades reumáticas, muy probablemente gota con ataques reumáticos importantes, sufrió de cólera, también fiebre tifoidea que en ese momento se llamaba chavalongo, tuvo hemorragias digestivas importantes y hemorragias por boca que habría que haberla diferenciado de la posibilidad de que venga del pulmón, de que sea por enfermedad de tuberculosis.

En realidad no tuvo tuberculosis, la que tuvo tuberculosis fue la esposa, Remedios de Escalada, que de hecho tiene que volver a Buenos Aires desde Mendoza, pero las hemorragias que tenía por boca el general San Martín eran hemorragias digestivas, era sangre que venía del sistema digestivo por distintos motivos, no venían del pulmón y de hecho fue la causa de muerte: fallece por hemorragia digestiva, por úlcera, estando en Francia, como todos sabemos.

Utilizaba para sus dolores, para sus crisis asmáticas, el bálsamo de Sydenham, que era una mezcla de opio, lauda o adormidera, que es el papaver somníferum, la planta de donde sale el opio, la morfina. Él la manejaba adecuadamente para su tratamiento, imagínate que cruzó los Andes con temperaturas que a 3.000 metros de altura eran de menos 10 grados de noche y más 30 de día, una cosa impresionante.

Tuvo calambres, cataratas importantes y unos años antes de la muerte, fue operado en París por un médico famoso que se llamaba Shigal. Sorprendentemente se operaban las cataratas, pero no  le ponían un cristalino nuevo, sino que le sacaban el cristalino que tenía, con lo cual el nombre técnico es Facotomía y él perdió la vista, ya en sus últimos días sencillamente no veía.

—¿Qué podemos decir respecto de la intimidad de estos personajes y la relación de eso con sus condiciones de salud?

—Tenemos un montón de información de las enfermedades que tuvo Tutankamón (hoy tenemos información hasta del ADN de su abuela) y que en su tumba tenía 150 bastones que planeaba usar en el más allá. Conocemos las patologías que tuvo Sarmiento, el desarrollo de su sordera y la enfermedad cardiológica y cómo lo impactó. 

Nosotros buscamos otras cosas en una historia clínica, como las horas que duerme un paciente, qué tipo de vida tiene.

Belgrano dormía cuatro o cinco horas, y se pasaba la noche a caballo recorriendo el ejército. Ese dato es como llegar a un lugar distinto.

Yo estaba ocupado en su momento con la historia clínica de San Martín para ver si podía saber por qué tenía insomnio y no supe por qué hasta que encontré un documento que decía “lo que me quita el sueño no es el enemigo sino cómo cruzar esas altas cumbres”. Era un insomnio reactivo, entonces la historia clínica ayuda a conocer a los personajes.

Como sucede con una Tita Merello, que la conocemos desde un lado diferente, no solamente por las cuestiones médicas que tuvo, sino su emocionalidad y su aporte a la salud pública argentina: mi mamá se salvó por Tita Merello.

—¿En qué sentido?

—El aporte a la salud pública que Tita Merello hizo promoviendo -sin asustar- el papanicolaou, el control ginecológico, es algo que hoy salvó a gran cantidad de mujeres.

Ella se quedó en la habitación 926 en el noveno piso de la Fundación Favaloro cinco años de su vida. Y se quedó ese tiempo porque René Favaloro la respetaba muchísimo, y la respetaba en su condición de médico, y de esas historias hay un montón.

Una que particularmente a mí me parece hermosa es la de Don Quijote de la Mancha, porque es un personaje de fantasía, es una narrativa, sin embargo era un loco, una persona que al comienzo tuvo un trastorno obsesivo compulsivo, después desarrolla una enfermedad, una psicosis, y uno puede entender por qué actuaba como actuaba, era un loco lindo, por supuesto.

Entonces, eso es historia clínica: definir por qué hicieron lo que hicieron, por qué superaron lo que superaron.

Discépolo pudo haber muerto de un infarto, pero lo que se decía es que murió de tristeza, ¿se puede morir de tristeza? Y bueno, hoy sabemos que la depresión guarda relación con el infarto agudo del miocardio.

—La fortaleza pareciera un don que había que tener para sobrevivir.

—No tengo ninguna duda. Y también hay una pregunta médica que es: con la medicina actual ¿quién de todos ellos hubiera estado mejor? ¿quién hubiera salvado su vida? 

—¿Y cómo se vincula con lo que sabemos hoy respecto a nuestros líderes políticos y la relación entre el estrés y el poder?

—Es correcto el cruce entre esas dos líneas, porque el estrés tiene que ver con el sufrimiento y la sobrecarga, y el poder tiene que ver con la sobrecarga mental y física, con las motivaciones internas, y con las amenazas, y el estrés se puede definir también por las amenazas a los intereses de orden vital.

—Llevándolo a su propia historia como médico: ¿cómo cambió el ejercicio de la medicina desde que se recibió hasta hoy?

—Son tantos los avances que hubo que te voy a decir algo sorprendente, yo soy médico, tengo buena formación y tengo 65 años, cuando yo me recibí no existía ni la tomografía computada, ni la resonancia magnética nuclear, ni la ecografía, ni el ecodoppler, ni los análisis de laboratorio que hoy tenemos, ni los centellogramas, ni las biopsias.

Todo lo que hoy disfrutamos de la medicina es de anteayer. Si viajás en tiempo y espacio, a Belgrano lo hubiésemos salvado por ejemplo con el diagnóstico hecho con una resonancia.

Yo me recibí sin tomografía, usaba las manos, el estetoscopio y una radiografía de tórax, y eso era la medicina. También tiene una ventaja eso, se desarrollaba mucho el cerebro, porque era lo único que tenías. Ahí viene otro debate: hoy un médico toma un recetario y empieza a pedir un montón de estudios y a lo mejor le cuesta interpretar los resultados. Pero bueno, eso es harina de otro costal…

Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/lopez-rosetti-historia-clinica-personajes-celebres-ayuda-entender-hicieron-hicieron-_0_ws7XE09VbE.html